De regreso a Cabo frío, nuestros protagonistas vivirán experiencias que no podrán olvidar, una en el liceo donde comenzó esta aventura, otra en una mansión maldita donde buscarán respuestas en sus viejas paredes.
Alicia y Wendy verán en el espejo del baño presagios de un futuro aterrador.
Mientras que Dionisio y Vladimir se encontraran con un reflejo mortal, lleno de tristeza y desolación.
Recorremos el país y sus leyendas, en este nuevo capítulo de… El misterio de Cabo frío.
Mansión Drayton
1
Cuando Vladimir pasó a buscar a Dionisio, notó a su amigo muy nervioso. Se había bañado y vestía una simple remera y un pantalón corto; caminaba de un lado a otro mirando el reloj de su celular.
-Por fin -dijo el chico al ver llegar a Vladimir-. Tenía miedo de que Salvador me viera. Lo dejé durmiendo en su dormitorio, pero si el enano me veía, seguro iba a querer venir.
Vladimir lo observó de arriba abajo y le advirtió:
-Mirá que el sendero que tenemos que atravesar está cubierto de espinos y arbustos. ¡Ponete unas botas aunque sea!
A desgano, Dionisio le dio la razón. Dijo que lo esperara, regresó a la casa, entró por la puerta de atrás y al rato salió vestido con unos pantalones largos y unos mocasines.
-Así está mejor -aprobó Vladimir-. Ahora, vayamos a ver si el sueño que tuviste tiene algún significado… o solamente es producto del golpe que te diste en la cabeza en la Gruta del Palacio.
-Y también me caí desde unos tres metros de altura, en el castillo Pittamiglio -le recordó Dionisio-. La verdad, no sé cómo sigo vivo. ¡Me siento como Deadpool, o quizás Wolverine!
Hicieron las cuadras que los separaban del sendero que conducía a la mansión Drayton en silencio. El pueblo de Cabo Frío estaba tranquilo, dormido, como cualquiera día a eso de las once de la noche. Solo algunos perros ladraban en las lejanías.
Dionisio recordó a las chicas:
-Espero que estén bien en el liceo.
-Sí -dijo Vladimir de inmediato, como si pensara lo mismo-. Y hablando de las chicas, contame qué está pasando con Alicia.
-No es nada -respondió Dionisio, sonrojándose-. Tenemos algún tipo de conexión. Eso es todo.
-Conexión significa que le metiste la lengua en la garganta, ¿verdad?
-¡No es eso! -Dionisio parecía escandalizado-. No pasó nada de eso, ni siquiera nos besamos. Pero siento que estamos conectados, que tenemos muchas cosas en común.
-¿Qué clase de cosas?
-No sé. Es como que nos conocemos desde hace mucho.
-¿La invitaste a salir?
-Todavía no.
-Bueno, hacelo. Antes de que alguien te gane de mano. Sé por qué lo digo.
Dionisio miró a su amigo con curiosidad.
-¿Te pasó?
-Por supuesto -respondió Vladimir con pesar-. Y esa es una de las grandes lecciones que aprendí en los últimos tiempos: cuando estás seguro de que querés algo, no lo dejes pasar, tenés que intentarlo. Con esperar no se gana nada.
Dionisio quedó meditando estas palabras en silencio. Y seguramente seguía pensando en el tema cuando llegaron a la plaza Artigas, en cuyo lateral suroeste nacía el viejo sendero que llevaba a la mansión Drayton.
Como todo el pueblo sabía, la mansión era un lugar considerado por muchos como maldito. Había habido crímenes en el pasado, y una familia atípica y adinerada cuyos miembros, si no estaban locos, eran asesinos o estafadores. Se consideraba que había una gran maldición en aquella apartada mansión. Desde que había quedado abandonada en la década de los ochenta, casi nadie se había atrevido a visitarla.
Solo los chicos más aventureros, de vez en cuando, se animaban a ir, como una especie de exploración urbana. Vladimir y Dionisio habían ido hacía unos años, pero solo habían cruzado las rejas de la entrada, sin entrar a la casa, antes de salir corriendo como si hubiesen visto al diablo.
Cruzaron la plaza y se internaron en el sendero.
Tal como había advertido Vladimir, estaba cubierto de malezas, espinos y alimañas que correteaban de un lado a otro.
Tuvieron que atravesar al menos unos quinientos metros entre el barro, las hiedras venenosas y alguna que otra serpiente que se encontraba en el camino. “Esto se parece a la bruja de Blair” pensó Dionisio mientras se protegía de unas ramas que casi le arañan el rostro.
Finalmente, llegaron a la gran casa, que los deslumbró con su imponente fachada bajo la luz de la luna, su cúpula de tejas oscuras vencida por los años, pero que aún mantenía un cierto vestigio de elegancia y de misterio.
Los chicos atravesaron las verjas de hierro finamente ornamentadas, cruzaron el patio con una vieja fuente llena de agua verde y podrida, y luego se detuvieron a ver los dos leones de cemento que custodiaban la puerta de entrada. A uno de ellos le faltaba la cabeza.
-Este sitio debió haber sido lo más en su momento -susurró Vladimir-. Pero ahora solo me da miedo, y algo de tristeza.
Entraron a la antigua mansión.
La vieja puerta de madera chirrió al ser abierta. Algunas telarañas se les pegaron en las cabezas. Los chicos las apartaron con rapidez, temerosos de que las arañas que las habían fabricado aún estuviesen acechando desde algún rincón, a la espera de su próxima presa.
Se detuvieron a contemplar el gran hall de la entrada. El piso estaba cubierto de mugre, había también algunas botellas rotas.
A la derecha, se erigía una gran chimenea con un viejo cuadro encima, en tamaño natural, que representaba una cacería con perros, caballos y hombres.
A la izquierda, estaban los ventanales altos y rotos, y en el centro nacía una imponente escalera de mármol que conducía al segundo piso.
-No deberíamos estar aquí -dijo Vladimir de repente-. Este lugar tiene como un aire muy denso. Es difícil de describir.
-Pasa con todos los lugares en los que sucedieron cosas macabras -explicó Dionisio con seriedad-. Es como que el mal de la gente queda pegado a las paredes, como el moho. Y nosotros lo estamos respirando.
-Qué poético, pero la verdad, no me gusta para nada -sostuvo Vladimir-. ¿Dónde soñaste que encontrabas… eso que dijiste en el sueño?
-Era un cuarto con muebles cubiertos con sábanas. Al menos, esa fue mi visión.
-Entonces busquemos ese cuarto, si es que realmente existe, y vayámonos de acá.
Recorrieron una a una las habitaciones, y en todas ellas se encontraron con los signos de la decadencia, del paso del tiempo, y con algunas ratas que huían chillando al verlos.
Finalmente, en el segundo piso, se toparon con un cuarto que estaba cerrado. Vladimir tuvo que pegar una patada para abrir la puerta. Del otro lado, había muebles cubiertos con sábanas; en la oscuridad parecían los fantasmas de unas cosas enormes y sin forma que los aguardaban pacientemente.
-Es igual a mi sueño -dijo Dionisio-. Jamás en mi vida había tenido un sueño tan vívido como este.
-¿Estás seguro que nunca entraste a la casa, o que escuchaste hablar de este cuarto? A lo mejor no fue una premonición, sino un recuerdo olvidado.
-No. Estoy seguro que no. De lo contrario, lo recordaría. Además, viste que esa puerta estaba muy dura; por lo menos no se abría desde hace diez o más años.
-¿Vos decís que saquemos estas sábanas? -dijo Vladimir iluminando el lugar con la linterna de su celular-. Eso es típico de las películas de terror. Los personajes se encuentran con un cuarto lleno de muebles tapados con sábanas. Y cuando sacan esas sábanas, tarde o temprano aparece algún monstruo debajo.
-Pero estos son muebles. Acá no hay ningún monstruo.
-¿Estás seguro de eso?
-No.
Uno a uno, fueron descubriendo los muebles. Se encontraron con un viejo tocador de madera, un ropero, un sillón, un viejo cofre también de madera (vacío) y finalmente destaparon un espejo de cuerpo entero, quebrado por la mitad, que solo reflejaba una imposible oscuridad.
Vladimir y Dionisio lo observaron hipnotizados.
-¿Este espejo no tendría que estar reflejándonos a nosotros? -preguntó Vladimir-. ¿O al menos, las luces de los celulares?
-Sí -dijo Dionisio, pálido-. Algo raro está pasando con este espejo.
-Yo creo que… -comenzó Vladimir, pero luego calló al observar que algo, lentamente, aparecía desde la oscuridad del espejo.
Al principio, parecía una especie de insecto blanco. Pero luego se fue agrandando cada vez más, acercándose, hasta que vieron que se trataba de un cráneo humano.
Vladimir retrocedió.
-¿Qué es esto? -gritó-. ¿Es un espejo mágico, o algo así?
-No sé -respondió Dionisio-. Pero algo nos está mostrando.
La calavera dio paso a otra imagen aun más inquietante: un fuego que cubría las calles de Montevideo. La gente corría e intentaba protegerse. Desde el cielo caían extrañas gotas parecidas a rubíes. Quemaban. Los autos se amontonaban en las esquinas y chocaban entre sí, todo el mundo intentaba huir en vano.
-¿Qué caraj…
La imagen en el espejo volvió a cambiar. Vieron más fuego, humo, y un cielo verde que parecía desplomarse sobre la tierra. Vieron a una mujer indígena que lloraba en medio de unas ruinas y Dionisio gritó:
-¡Esa es la mujer que vi en la Gruta del Palacio! ¡La princesa indígena!
La imagen cambió otra vez, y ahora vieron unos árboles que caían convertidos en antorchas; Vladimir de inmediato supo que era el monte de ombúes que había visitado algunos días atrás.
-Esto no me gusta -dijo el chico-. No me gusta para nada. Será mejor que nos vayamos.
Dionisio estuvo de acuerdo; sin embargo, fueron incapaces de moverse del lugar, hechizados por las terribles imágenes que les mostraba el espejo.
Vieron más fuego, edificios en ruinas, calles polvorientas, animales que morían de a miles. También vieron seres humanos que deambulaban de un lado a otro por planicies desérticas; todos parecían enfermos y hambrientos. Finalmente, el espejo les mostró una imagen que les resultó especialmente inquietante: eran dos hombres de mediana edad; uno de ellos estaba ciego, el otro tenía la piel agrietada. Parecían querer decirles algo a través del espejo, gritaban y señalaban algo sin llegar a emitir sonido.
Algo a sus pies pareció temblar. El vidrio del espejo se resquebrajó otro poco más, y luego el marco comenzó a combarse. El espejo se estaba fundiendo, dando paso a una horrible oscuridad. Los chicos, ya totalmente asustados, dieron media vuelta y corrieron; estaban abandonando la casa cuando escucharon un grito que les heló la sangre: era el de un niño.
-¡Salvador! -dijo Dionisio-. ¡El maldito nos siguió y está en la casa!
Regresaron sobre sus pasos, buscaron en las habitaciones llamando a Salvador. La casa entera ahora temblaba, parecía que iba a derrumbarse de un momento a otro. Lo encontraron acurrucado en un rincón; llorando; el chico a escondidas había visto las imágenes en el espejo y ahora estaba aterrado.
-¡Te dije que te quedaras durmiendo! -gritó Dionisio y lo alzó para luego correr escaleras abajo-. Tenemos que apurarnos, ¡este lugar se va a derrumbar!
Salvador no paraba de llorar. Entre hipos y sollozos preguntó:
-Eso que mostró el espejo… ¿es algo que va a pasar en el futuro?
Ninguno de los chicos mayores respondió, aunque era evidente que lo habían pensado.
Corrieron todo lo que pudieron alejándose de la casa; Dionisio trastabilló cerca de la fuente y Vladimir tuvo que sujetarlo para que no cayera. Finalmente, lograron alejarse lo suficiente como para sentirse seguros y se dieron vuelta para contemplar la gran mansión, envuelta en los espectrales rayos de la luna llena.
Una luz azulada parecía provenir de una de las ventanas del segundo piso. Tenía una cualidad inquietante y al mismo tiempo familiar. Los chicos se abrazaron y siguieron corriendo; sabían que habían visto algo, algo que era tan importante que no podía comprenderse a simple vista. Corrieron a través del sendero y terminaron en la plaza Artigas, vacía y oscura.
-Las chicas… -jadeó Dionisio. Su cara parecía envejecida. Vladimir no se veía mucho mejor-. ¿Qué habrá pasado con las chicas? Tenemos que escribirles para saber cómo están.
En ese momento, las notificaciones del grupo comenzaron a llegar una tras otra.
El encuentro
DIONISIO : Chicas están ahí?
DIONISIO : Se encuentran bien?
ALICIA: Sí
ALICIA: Eso creo
ALICIA: Vimos cosas terribles…
VLADIMIR : En donde?
ALICIA: En el espejo del baño
ALICIA: La tierra destruida
ALICIA: Catástrofes naturales
ALICIA: Gente que moría, lo mismo los animales
ALICIA: Todo muy triste y desesperanzador
DIONISIO : Lo mismo vimos nosotros!
DIONISIO : Pero en un espejo que había dentro de la mansión Drayton
DIONISIO : Y luego vimos a dos personas que nos querían decir algo, pero no podíamos escucharlas!
WENDY: Nosotras lo mismo
VLADIMIR : Qué significa todo esto?
VLADIMIR : Recibieron algún nuevo mensaje?
VLADIMIR : Alguna pista?
WENDY: Nada
WENDY: Solo esas imágenes que me entristecieron el corazón
VLADIMIR : Y qué hacemos ahora?
WENDY: No sé!
WENDY: Por primera vez no hay pistas de nada
WENDY: No puede ser que eso sea todo!
DIONISIO : A ver esperen
WENDY: Qué?
DIONISIO : Acaba de llegarme un mensaje de audio
ALICIA: De quién?
DIONISIO : De Guillermo Lockhart!
ALICIA: El de la tele?
DIONISIO : Sí, el mismo!
ALICIA: Y de dónde te conoce?
DIONISIO : No me conoce
DIONISIO : Sino que le pasó el contacto mi amigo el que trabaja con la música
WENDY: Y qué quiere?
DIONISIO : Es difícil de explicar
DIONISIO : Mejor les reenvío el audio!
DIONISIO :
3
SALVADOR: ¡No puedo creerlo! ¡Mi hermano va a salir en el programa de Voces Anónimas!
DIONISIO : Aun no sabemos nada
DIONISIO : Por empezar, ni siquiera sé qué significa ese mensaje.
ALICIA: ¡Está muy claro!
DIONISIO : Sí? Para mí no
ALICIA: “En el borde del agua, sobre la punta del gran dedo que señala hacia el cielo”
DIONISIO : Qué significa eso?
ALICIA: Es el faro!
ALICIA: El faro está al borde del agua y es como un gran dedo que señala al cielo!
VLADIMIR : Es cierto!
VLADIMIR : Pero, y lo demás?
ALICIA: No tengo idea
ALICIA: Pero algo es seguro
ALICIA: Debemos ir hasta ahí!
VLADIMIR : Ahora?
ALICIA: Por qué no?
ALICIA: Qué dicen los demás?
DIONISIO : Estoy super cansado, pero quiero ir, me gana la curiosidad
VLADIMIR : Lo mismo digo
SALVADOR: Y yo!
WENDY: Entonces nos vemos en el faro en unos minutos!
DIONISIO : Estamos yendo hacia allá!
¿Todavía no estas participando de esta competencia?
Completá el formulario con tus datos y envianos un mensaje para ponerte en contacto con nosotros. En AiUTECChallenge nos interesa tu opinión y hacemos todo a nuestro alcance para aclarar dudas y solucionar inconvenientes. Tus aportes son bienvenidos y nos ayuda a mejorar nuestro servicio.