Salvador y Viktor viajan al Parque Rivera donde se esconden muchos peligros, algunos… peores que otros.
Alicia y Vladimir, se encuentran en el Museo Blanes, donde descubrirán que su leyenda es más real de lo que pensaban. Mientras Dionisio y Wendy investigan en el Castillo Pittamiglio, se enfrentan a un desafío que pone en peligro sus vidas.
Recorremos el país y sus leyendas, en este nuevo capítulo de… El misterio de cabo frío.
Parque Rivera
1
Salvador y Viktor no se llevaban muy bien. Eran como el día y la noche. A Salvador le interesaban los deportes y las historias de la segunda guerra mundial, a Viktor solo dormir. Salvador hablaba y Viktor callaba o subía el volumen del estéreo. Salvador estaba de buen humor y Viktor estallaba:
-No puedo creer que estos pendejos me hicieron llevarlos a la Gruta del Palacio. ¡Y ahora tengo que ir a un parque con un enano insoportable!
-No es cualquier parque. Mi hermano dijo que es el lugar donde vive la Llorona.
-Uy, sí, la Llorona. ¡Un cuento para viejas que no asusta a nadie!
-Si la tuvieras frente a frente, creeme, te desmayarías -insistió Salvador.
-La otra noche tomé diez cervezas y no me desmayé, ¿creés que me desmayaría por ver a una vieja en camisón? -se burló Viktor.
-No es una vieja, es una mujer joven. Mi hermano me contó toda la historia, ya que él es experto en leyendas urbanas.
Viktor chasqueó la lengua, burlón. Estaban a unos pocos kilómetros del parque Rivera, según decía el GPS. Salvador creyó que aún estaba a tiempo de contar la historia de la Llorona que le había contado Dionisio:
-Dicen que la mujer realmente existió, vivía en una casa cercana al barrio del parque. Estaba felizmente casada y tenía dos hijos. Un día, mientras ella estaba trabajando, recibió un llamado de urgencia diciéndole que algo malo había pasado en su casa. La mujer corrió desesperada, para encontrarse con una escena desgarradora: su casa estaba rodeada de cinta policial, estaba llena de policías y ambulancias. Casi se murió de un infarto al ver esa escena.
-Sos chiquito, pero contás bien -admitió Viktor rascándose la cabeza-. Lástima que ves muchas películas de fantasía.
-La mujer pasó por la valla policial y se acercó a la casa -continuó Salvador, envalentonado por el elogio a medias que acababa de hacerle Viktor-. Dentro, vio un enorme charco de sangre y a los paramédicos que rodeaban el cuerpo de su marido. Había sido asesinado, al parecer por unos ladrones que habían entrado a la casa. Lo peor de todo es que nadie sabía dónde estaban sus hijos, habían desaparecido misteriosamente y algunos policías creían que se los había llevado el ladrón.
Viktor hizo como que bostezaba y luego bajó el volumen de la radio. La historia le interesaba, aun así no quería dar el brazo a torcer:
-Me cansé de escuchar música, vengo escuchando música todo el viaje, un poco de silencio no viene mal.
-Buscaron a los chicos por todos lados. La policía tenía pistas brindadas por los vecinos: algunos decían que se había escapado en un auto rojo, otro, que andaba en bicicleta; otro juró haber visto a una camioneta con los chicos atados atrás. Hasta que alguien mencionó al parque Rivera: los chicos podían andar por ahí, asustados o quizás en manos del criminal.
"La policía inició un rastrillaje en medio de la noche. Los vecinos de la cuadra también ayudaban, y se cuenta que esa noche había cientos de linternas "escaneando" el lugar. El parque al parecer es enorme, de unas siete hectáreas, según mi hermano, y tenía muchos escondites. La madre, mientras tanto, estaba desesperada. Y su desesperación se volvió terror cuando alguien vio unas huellas cerca del lago: creían que el criminal había arrojado a los chicos al agua.
"Se inició entonces otro operativo, esta vez con buzos de la prefectura, que buscaban en el fondo del lago. Pero no encontraron nada, y al cabo de unos meses dejaron de buscar, porque se habían quedado sin pistas.
"Pero la madre nunca dejó de buscar. Estaba convencida de que sus hijos seguían vivos en algún lugar del parque. En su locura, creía que había un escondite en el centro del lago y que sus hijos estaban secuestrados allí. Una noche, ya no aguantando más el dolor y la desesperación, decidió entrar al lago para rescatarlos. Tenía puesto un largo camisón blanco, porque ella estaba en la cama en el momento en que decidió salir de su casa para meterse al agua. Y ya no volvió a salir con vida. De hecho, nunca volvió a salir, porque jamás encontraron el cuerpo.
"Aunque sí mucha gente volvió a verla. Pero ya en forma de un espíritu desesperado y enloquecido por el dolor. Gritando por sus hijos y clamando por venganza por lo que habían hecho con su familia. Dicen que por las noches, en el parque, puede verse su figura blanca flotando y llorando entre los árboles. Y es por eso que muy pocos vecinos se animan a meterse en el parque después del anochecer...
2
Viktor se había quedado callado. Conducía el auto mirando fijamente hacia adelante; se escuchaba el ruido de los neumáticos al rodar sobre el asfalto.
-¿Y bien? -dijo Salvador al fin-. Ahora creés en la leyenda, ¿o no?
El joven iba a responder cuando la voz del GPS lo interrumpió: solo debía girar a la izquierda y estarían en la entrada del parque.
-Bueno, enano, acá te dejo -anunció el muchacho estacionando la camioneta a un lado de la calle-. El parque es todo tuyo. Andá a buscar el tesoro de los piratas o lo que sea que viniste a hacer.
-¿Qué? ¡No vas a dejarme solo!
-Claro que sí. Manejé todo el día y estoy cansado. Ahora, en marcha. Si no volvés en media hora, llamaré a la policía y a tus papis. ¡Adiós!
Salvador no tuvo otra opción que ir al parque él solo. No le daba miedo la leyenda de la Llorona, pero hubiese preferido estar acompañado...
3
20 minutos después...
CHAT AL GRUPO “EL MISTERIO DE CABO FRÍO”
SALVADOR : Bro?
SALVADOR : Estás ahí?
SALVADOR : Hermano!
SALVADOR : Necesito ayuda!
SALVADOR : Respondeme!
SALVADOR : Alguien que me ayude!
VLADIMIR : Hola Salvador, qué está pasando?
SALVADOR : Por fin alguien me responde!
VLADIMIR : Dónde estás??
SALVADOR : Acá en el parque!
VLADIMIR : Qué pasó?
SALVADOR : Alguien me está siguiendo!
VLADIMIR : En el parque??
VLADIMIR : Dónde está Viktor?
SALVADOR : No sé, no responde mis mensajes, debe estar dormido!
VLADIMIR : Pedí ayuda a alguien!
SALVADOR : No hay nadie acá, el parque está vacío!
VLADIMIR : Tu hermano dónde está?
SALVADOR : No sé, tampoco responde!
VLADIMIR : Está bien
VLADIMIR : Cálmate
VLADIMIR : Decime exactamente quién es esa persona que te sigue
SALVADOR : No sé muy bien
SALVADOR : Estaba investigando en el parque
SALVADOR : Había llegado a una parte en donde hay un reloj de sol
SALVADOR : Y después empecé a sentir como que alguien me miraba desde los árboles
SALVADOR : Me fui del lugar sin mirar atrás
SALVADOR : Y al rato sentí ruidos de pisadas detrás de mí
SALVADOR : Iban muy rápidos, me estaba corriendo!
SALVADOR : Así que yo también corrí
SALVADOR : Y me metí en unos baños y cerré la puerta
SALVADOR : Pero ahora esa persona está ahí afuera!
VLADIMIR : Voy a llamar a la policía, no te preocupes!
SALVADOR : Sí por favor!
SALVADOR : Vlad?
SALVADOR : Estás ahí?
VLADIMIR : Salvador!
VLADIMIR : Logré comunicarme con la policía, dicen que van a mandar un móvil de inmediato
SALVADOR : Vlad están golpeando la puerta queriendo entrar!
SALVADOR : Vi quien está ahí afuera, la vi por la cerradura
SALVADOR : Creo que es la Llorona!
VLADIMIR : Salvador eso es solo una leyenda!
VLADIMIR : No salgas de ahí, tratá de aguantar que ya llega la ayuda!
VLADIMIR : Llamé a tu hermano pero no me contesta, dónde estará el imbécil???
SALVADOR : Vlad se escucha algo desde el otro lado de la puerta!
SALVADOR : Es como un llanto, no escuchás?
SALVADOR : Creo que es la Llorona!
SALVADOR :
SALVADOR : Es la Llorona lo sé!
SALVADOR : Va a tirar la puerta abajo mejor me salgo por la otra ventana!
VLADIMIR : No, Salvador, no lo hagas!
VLADIMIR : Esperá que llegue la policía!
VLADIMIR : Salvador?
VLADIMIR : Salvador contestame!
SALVADOR : Estoy acá
SALVADOR : Creo que me voy a morir de miedo, necesito ayuda ahora mismo!
SALVADOR : Atrás del baño hay un bosque oscuro
SALVADOR : La cosa me está siguiendo creo que me quiere matar!
SALVADOR :
VLADIMIR : Que es eso?
VLADIMIR : Que es eso Salva?
VLADIMIR : Aguantá que ya llega la ayuda!
VLADIMIR : Salva!
SALVADOR :
4
Luego de filmar el vídeo con su celu, Salvador corrió. Corrió con todas las fuerzas de sus piernas, llorando y clamando por su madre. A pesar de su aparente madurez y aplomo, era solo un niño, y ahora estaba muy asustado y fuera de control. Corrió a través del bosque oscuro hasta llegar a la orilla de un lago, entonces lo recordó: ¡era ahí donde se había ahogado aquella mujer que buscaba a sus hijos!
Escuchó un grito, un horrible lamento y luego se dio vuelta. Una mujer envuelta en unas telas andrajosas se acercaba rápidamente, flotando en el aire. Emitía un grito lastimero y horrible que le heló la sangre de las venas. La mujer extendió los delgados brazos como para envolverlo en un abrazo, y Salvador cerró los ojos, pensando que aquel sería su fin.
5
Quizás se desmayó, porque cuando volvió a abrir los ojos, estaba más cerca del lago. Había caído de espaldas y una mano lo sujetaba firmemente por el tobillo, y lo arrastraba por el fango rumbo al centro del lago.
-¡No! -gritó Salvador, intentando aferrarse a lo que fuera-. ¡Dejame ir!
Pero la mujer de blanco no le prestó atención y siguió arrastrándolo por el barro. Salvador vio que era alta, sus brazos eran delgados y huesudos, pero fuertes. Su camisón blanco ondeaba bajo el influjo de una brisa fresca. Sus dedos, firmemente cerrados sobre el tobillo de Salvador, eran largos y terminaban en unas uñas negras y afiladas. El cabello de la mujer también era largo y negro, y le cubría gran parte del rostro como un velo.
¿Sería realmente la Llorona? ¿Acaso aquella leyenda se había hecho realidad?
Salvador intentó agarrarse a la orilla una vez más, pero la tierra estaba resbaladiza y era imposible sujetarse. Sintió que el agua fría empapaba sus ropas y un terror elemental se abrió paso a través de su garganta.
-¡Por favor! ¡Por favor, mamá, ayudame!
En el torbellino de su horror, el niño llamaba inútilmente a su madre, aunque ella estaba a más de trescientos kilómetros de distancia.
La mujer, sin embargo, no detuvo la marcha. Siguió arrastrando a Salvador hasta el medio del lago, donde de repente lo hundió hacia las profundidades, siempre agarrándolo del tobillo.
El agua estaba fría y pronto Salvador se quedó sin aliento. Debajo del agua gritó y de su boca salieron burbujas. La mujer lo arrastraba cada vez más hacia el fondo, cada vez más, hasta que el niño sintió que perdía la consciencia.
De repente, su desesperación y miedo cesaron. Se vio envuelto en una calma asombrosa, casi como en paz. El agua a su alrededor se arremolinaba y le envolvía el cuerpo, como un suave masaje.
Supo que se estaba ahogando. Había leído que era así como se sentían los ahogados antes de morir: en paz. Alcanzó a ver que la mujer, bajo el agua, volvía su rostro hacia él. Y, a pesar de que era horroroso, Salvador comprendió que sentía un profundo dolor. De sus ojos salían lágrimas de sangre, que rápidamente se disolvían en el agua del lago. Recordó lo que le había contado su hermano: la madre había enloquecido por la desesperación, y seguía buscando a sus hijos desde el más allá, en una búsqueda frenética y muy infortunada.
La criatura extendió un brazo y luego, en un susurro burbujeante (que resonó más que nada dentro de la mente confusa de Salvador) preguntó: "¿Hijo?".
Y entonces el chico entendió. Comprendió que realmente estaba frente a la presencia de aquella misteriosa leyenda, que de alguna manera se había hecho carne y ahora creía que él era uno de sus hijos perdidos. Quiso gritar que él no era uno de sus hijos, que él tenía madre propia, pero solo salieron más burbujas de su boca, que ascendieron rápidamente hacia la superficie.
Sin embargo, la mujer pareció entender su desesperado mensaje, porque soltó un escalofriante grito de dolor y de muerte. Dejó en libertad el tobillo de Salvador, al tiempo que con su mano gélida y huesuda tomó la suya, la abrió sin la menor resistencia y le colocó algo suave y húmedo sobre la palma de Salvador, para luego cerrarla. Acercó su rostro tan cerca que Salvador iba a chocar su cara contra la del espanto devenido en mujer.
Lo último que Salvador vio de ella, antes de perder la consciencia, fueron sus ojos: eran los de una mujer condenada a un dolor eterno e injusto. Sintió lástima por ella y también comenzó a llorar, porque entendió que la peor pena que puede sentir una madre es la muerte de sus hijos.
“Lo siento, señora…”, quiso decir. “Ojalá algún día pueda encontrarlos…”
Y luego el rostro de la Llorona y el lago mismo desaparecieron, y Salvador se vio envuelto en una cálida y casi agradable oscuridad.
6
Lo despertaron unas manos que presionaban fuerte sobre su pecho, una y otra vez. Abrió los ojos. Era Víktor, que le practicaba una suerte de torpe e inexperta resucitación cardiopulmonar… masajeando el lado equivocado del pecho, o sea el derecho.
-¿Qué estás haciendo? -dijo Salvador, incorporándose de repente, y mirando alarmado hacia el lago. Estaban en la orilla, y tanto él como Viktor se encontraban empapados-. Así no se hace el RCP...
-Ay, menos mal, casi me hacés morir del susto… -dijo jadeando Víktor-. ¿Estás loco, o qué? ¿Por qué te metiste en el lago? ¿Querías ahogarte? Menos mal que te vi a tiempo… ¡Tu hermano me va a matar!
Antes de que Salvador pudiera contestar, escucharon las sirenas de la policía que se acercaban.
Viktor miró al niño amenazante:
-¡Espero que esto no tenga nada que ver con vos!
-Solamente puedo decirte una cosa: ¡corramos!
Y Salvador, ya recuperado totalmente del incidente (aunque algo mareado) se puso a correr en dirección a la salida del parque, ayudado por Viktor que no entendía nada y solo quería matar a ese chico que acababa de ponerlo en un gran aprieto.
Tan asustado estaba Salvador, que no se había percatado de que una de sus manos sujetaba fuertemente algo húmedo, suave y fibroso que emanaba unos delgados hilos de agua del lago. Recordó a La Llorona y aquello que había depositado sobre la palma antes de cerrarla; entonces frenó en seco mientras Víktor, sin interrumpir su corrida, se perdía en medio de aquel solitario mar de árboles. Con total estupor, Salvador abrió lentamente la mano, y entonces los dedos dejaron al descubierto lo que parecía ser un antiguo escarpín de bebé de color celeste. Un grito de Víktor que se coló entre los árboles le recordó al niño que tenía que continuar con su huida y fue así que sus piernas volvieron a ponerse en marcha, y retomaron o el ritmo frenético que solo una persona desesperada puede alcanzar.
Pronto dejaron atrás el gran parque, y con ello, la terrible leyenda de una mujer que sufría en la fría oscuridad del lago, buscando a sus hijos…
Vuelta a Montevideo
A la vuelta de Montevideo, el grupo estaba exhausto, pero claramente emocionado. Cada uno, en la camioneta de Viktor, contaba sus experiencias y trataban de sacar conclusiones, aunque de momento no llegaban a nada en concreto.
Dionisio contó lo que le había sucedido en el castillo Pittamiglio: durante su exploración, había caído desde el primer piso hacia el enorme hall de planta baja. Había perdido momentáneamente la consciencia, y había tenido un extraño sueño en el que jugaba una partida de ajedrez con la Muerte. Lo peculiar de todo era que las piezas eran de tamaño real: había caballos, hombres enfundados en armaduras medievales que representaban a los alfiles, y los reyes y las reinas eran hombres y mujeres vestidos como tales. Al principio, dijo, la Muerte le iba ganando, pero luego recibió ayuda de su rey y terminó por derrotarlo. Para evitar que su amigo Vladimir se angustiara, omitió decir que, en el sueño, el rey era su abuelo: sabía que su amigo se pondría triste al recordarlo.
Dionisio era por lejos el que más consecuencias físicas había obtenido durante aquel viaje: primero se le había desmoronado una cueva encima (en la gruta del Palacio), y luego había caído desde el primer piso del Pittamiglio. Increíblemente, apenas si había recibido unos rasguños y su hombro se había salido de lugar, aunque lo había arreglado con un rápido movimiento de su brazo, ayudado por Wendy. Pero ahora pagaba las consecuencias: estaba muy cansado, y apenas si podía mantener los ojos abiertos.
Alicia, por su parte, contó lo que había visto en el museo de Blanes: a la misma Clarita, la chica del cuadro, que la había perseguido y encerrado en el altillo, impidiéndole escapar. Luego de tener un extraño y alucinante diálogo con ella, le había dado un collar, que ahora apretaba en su puño como si fuese un poderoso amuleto. Lo mostró a los demás, que lo examinaron asombrados pasándoselos de mano en mano.
Finalmente, Salvador contó la peor experiencia de todas: había tenido un encuentro con la mismísima llorona, en el Parque Rivera. La mujer lo había arrastrado hacia las profundidades del lago y Salvador a duras penas había sido rescatado por Viktor, quien luego compró a las apuradas unas ropas en una tienda cercana, porque ambos estaban empapados.
-¿Te caíste al agua? -se horrorizó Dionisio-. ¡Mamá nos va a matar!
-No me caí, ¡sino que la llorona me arrastró, me quería ahogar como a sus hijos!
Ante estas palabras, desde el asiento del conductor, Viktor comenzó a reír.
-¿De qué te reís? -lo incriminó Wendy-.¡No es gracioso! ¡El chico pudo haber muerto!
-Me río porque todos ustedes están locos -dijo Viktor-. ¿Un cuadro que se mueve? ¿Una partida de ajedrez con la muerte? ¿La llorona? Chicos, creo que todos ustedes están para el loquero.
-¡No estamos locos! -dijo Alicia indignada-. ¡Sé muy bien lo que vi!
-Y yo- dijo Salvador-. No fue mi imaginación. Estoy seguro de eso.
-¿Y qué pruebas hay al respecto? -los desafió Viktor.
-¡Esto! -dijo Alicia triunfal, mostrando el viejo collar de perlas-. ¡Clarita me dio esto antes de irme!
Viktor miró lo que le mostraba la chica a través del espejo y luego se encogió de hombros.
-Eso no muestra nada. Pudiste haberlo sacado del museo.
-Esperá -intervino Dionisio-. ¿Qué me decís de esto?
De su bolsillo sacó el viejo pergamino que le había dado la mujer indígena en la Gruta del Palacio. Viktor se echó a reír.
-¡Es solo un papel viejo!
-¡Tengo la prueba definitiva! -gritó de pronto Salvador-. ¡Le saqué una foto a la llorona, jaque mate!
Le mostró, a través del celular, una foto que había sacado esa misma tarde, en el parque.
-¿Esto es una joda, no? Ahí no se ve nada, es solo un reflejo del sol.
-Pero…
Salvador miró con atención la foto, y se dio cuenta de que Viktor tenía razón: ¡la llorona en la foto había desaparecido, ahora solo se veía una especie de niebla reflejada por los rayos solares!
Los otros chicos examinaron la foto que Salvador había enviado al grupo, y llegaron a las mismas conclusiones. Revisaron el video del baño de la escuela: lo mismo, solo se veía algo borroso, como un destello. El mensaje encriptado y la palabra “AYUDA” habían desaparecido.
-Les voy a hacer una pregunta -dijo Viktor, regodeándose en su victoria-. Además de ustedes, ¿alguien más vio esos supuestos “fenómenos” paranormales, o como quiera llamárseles?
El grupo pensó en su pregunta. Llegaron a una conclusión para nada alentadora: Viktor tenía razón. Nadie aparte de ellos había visto nada. En la escuela, ningún maestro o algún otro alumno había mencionado algo sobre el espejo. En la gruta del Palacio, solo Dionisio había visto a la princesa indígena; el guardia que lo había rescatado dijo que estaba solo en la cueva. En el cerro Arequita, solo Wendy y Alicia habían visto a la bruja, porque el cuidador apareció después. Lo mismo con las experiencias en el museo de Blanes, el castillo Pittamiglio y el Parque Rivera: cuando Viktor rescató a Salvador, él no vio nada en las aguas, solo al chico que se estaba hundiendo.
Ante el silencio elocuente de los demás, Viktor lanzó una última risotada y luego negó con la cabeza.
-Lo repito: están para el loquero, chicos. Ustedes se contaron historias de terror y se sugestionaron. No se preocupen, no es tan grave como parece. Pero, por favor, cómo voy a reírme de ustedes el resto del año…
Sin dejar de reír de manera alocada, Viktor aumentó el volumen de la radio y aceleró la camioneta, dejando a los chicos mudos y sin saber qué decir, totalmente apesadumbrados.
3
El resto del viaje lo hicieron en silencio. Ya había caído la noche y las luces de los automóviles surcaba la autopista. Viktor tarareaba sus canciones de rock ya pasadas de moda. Dionisio había caído en un sueño pesado, víctima de sus aventuras de ese día. Los otros miraban sus celulares casi sin ver y de vez en cuando se mensajeaban a través del grupo:
VLADIMIR : Y si Víktor tiene razón? Y si estamos locos e imaginamos todo?
ALICIA : Yo estoy segura de lo que vi
ALICIA : No fue una maldita alucinación
WENDY : Pero, y las fotos? Y los videos? Por qué ahora aparecen como borroneados?
VLADIMIR : Creo que somos unos idiotas. Eso es lo que pasa. Pensábamos que estábamos viviendo algo único e importante, y solo fue como un sueño!
Los mensajes tenían un tinte cada vez más acongojados. Finalmente, dejaron de escribirse y se limitaron a observar el paisaje a través de las ventanillas de la camioneta.
Cuando llegaron a Cabo Frío, la noche se había cerrado y una oscuridad agobiante rodeaba las calles del pueblo. Víktor dejó a las chicas primero (que se despidieron con un cansado y tímido saludo), luego a los hermanos Dionisio y Salvador, y finalmente enfiló a su propia casa, con un enmudecido Vladimir sentado a su lado.
Estacionó la camioneta en el garaje y luego se bajó. Como su hermano no hacía ademán de moverse, le dio un golpe de nuca a través de la ventanilla abierta.
-Ey, ¡bajate de una vez! Tengo que cerrar la camioneta y después me voy a dormir unas cuarenta y ocho horas. ¡Vos y tus aventuras de Indiana Jones y los cazadores de la mentira perdida!
Rió de su propia ocurrencia, luego, a ver que Vladimir no lo acompañaba en la risa, le dio una palmada reconciliatoria en el hombro:
-Vamos, bro, yo también en algún momento de mi vida creí ver cosas… ¡cuando estaba fumado!
Se alejó riéndose a carcajadas; Vladimir pensó que era un idiota, aunque quizás tenía razón.
El chico fue a su habitación y se encerró. Lo ocurrido durante ese día le daba vueltas en la cabeza. ¡No podía haber sido todo producto de una alucinación colectiva, algo de cierto debía haber!
Cuando estaba por dormirse, escuchó que llegaba una notificación a su celular, era Dionisio:
DIONISIO : No fue una alucinación
VLADIMIR : Eso quisiera creer, bro
VLADIMIR : Pero mi hermano tiene razón!
DIONISIO : Te digo que no lo fue
DIONISIO : Soñé con algo
DIONISIO : Hacía rato no tenía sueños como estos
VLADIMIR : Vos te referís a… esos sueños?
VLADIMIR : Los que a veces son como premoniciones?
DIONISIO : Sí!
VLADIMIR : Dionisio, la verdad, ya no estoy para creer nada
DIONISIO : Pero vos sabés que estos sueños son especiales!
DIONISIO : Tenés las pruebas
DIONISIO : Cuando soñé que se iba a derrumbar el edificio de la vieja escuela!
DIONISIO : O cuando soñé que se venía un virus que iba a afectar el mundo
DIONISIO : Eso lo soñé un año antes de que ocurriera, no podés negar eso!
VLADIMIR : Ok
VLADIMIR : Sí
VLADIMIR : Ponele
VLADIMIR : Pudo haber sido casualidad
VLADIMIR : Pero supongamos que no, y que aun sigo siendo un niño que se cree todo
VLADIMIR : Qué soñaste ahora?
DIONISIO : Soñé con la mansión
VLADIMIR : Qué mansión?
DIONISIO : La mansión Drayton!
VLADIMIR : Mmmm
VLADIMIR : Y?
DIONISIO : Había algo ahí
DIONISIO : Algo muy importante!
DIONISIO : Era como la última pista antes de llegar a la verdad!
VLADIMIR : No lo sé, bro
VLADIMIR : Ya todo esto es muy confuso
VLADIMIR : Estoy muy desanimado
DIONISIO : No dejes que Viktor tire abajo todo lo que creímos!
DIONISIO : Esta noche voy a ir
VLADIMIR : Ahora?
DIONISIO : Sí!
VLADIMIR : Estás loco!
VLADIMIR : Me da miedo ese lugar
DIONISIO : A mí también
DIONISIO : Pero quiero ir
DIONISIO : En el sueño, alguien me decía que era ahora o nunca
DIONISIO : Y si no voy me voy a arrepentir toda la vida!
VLADIMIR : Ufff
VLADIMIR : Bueno
VLADIMIR : Aguantame que me cambio y te paso a buscar
VLADIMIR : Les decimos a las chicas?
DIONISIO : no
VLADIMIR : Por qué no?
DIONISIO : Ellas van a ir a la escuela
VLADIMIR : Queeeeee
VLADIMIR : Cuándo decidieron eso?
DIONISIO : Alicia me escribió hace unos diez minutos
DIONISIO : Ella cree que algo se nos pasó por alto ahí
DIONISIO : También tiene la sensación, al igual que yo, que todo va a terminar esta noche!
DIONISIO : Ya sea para bien o para mal
VLADIMIR : Y por qué no lo escribió en el grupo?
DIONISIO : No sé
VLADIMIR : Vos y Alicia se están mensajeando en privado?
VLADIMIR : Desde cuándo hablan?
VLADIMIR : Un momento
VLADIMIR : Pasa algo entre vos y Alicia?
DIONISIO : No es momento de eso
VLADIMIR : Sí pasa algo!
DIONISIO : En el camino a la mansión Drayton te cuento
VLADIMIR : Lo sabía!
VLADIMIR : Viejo zorro!
DIONISIO : No pasa nada!
VLADIMIR : Sí claro, y yo nací ayer
VLADIMIR : Bueno, en unos minutos paso por tu casa, esperame!
¿A quién desearías acompañar?
A Dionisio y Vladimir en la mansión Drayton…
A Alicia y Wendy al liceo de Cabo Frío…
En el marco de los Desafíos Profundos, “El misterio de Cabo Frío”, lanzamos el concurso de microleyendas, orientado a estudiantes de entre 9 a 15 años de edad.
Los invitamos a escribir leyendas originales o rescatar leyendas de su localidad para compartirlas y leerlas en el foro de desafioprofundo.org. Los autores de las cinco leyendas con más “Me gusta” en el foro, serán los ganadores del concurso.
¿Todavía no estas participando de esta competencia?
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