Cabo Frío es un pueblo costero, tranquilo, donde nunca ocurren cosas fuera de lo ordinario. Un grupo de amigos se encuentran en el liceo, pero no para disfrutar el rato.
Es época de exámenes, los nervios están por las nubes y el humor por el piso. Vladimir se esforzaba por descifrar las preguntas de su examen cuando escuchó un grito aterrador, reconoció la voz de Wendy… El chico, al igual que medio liceo corrieron al baño de mujeres para ver qué sucedía y encontraron a Wendy en estado de shock.
Vladimir atinó a sacar su celular en el momento preciso y filmar cómo el espejo comenzaba a mostrar un mensaje encriptado. ¿Qué está pasando en Cabo Frío?
Prólogo
1
CHAT ENTRE VLADIMIR Y DIONISIO
VLADIMIR: Estás preparado para el examen?
DIONISIO: No jaja
VLADIMIR: Yo tampoco
DIONISIO: Te vas a presentar igual?
VLADIMIR: Y
VLADIMIR: Otra no queda
VLADIMIR: Es eso o repetir el año
DIONISIO: Nos dará una mano la profesora?
VLADIMIR: Volarán las vacas algún día?
DIONISIO: Uff
VLADIMIR: No puedo creer que tengas que dar el examen. Nunca te habías llevado una materia a marzo.
DIONISIO: Siempre hay una primera vez
VLADIMIR: Bueno nos encontramos en el liceo
DIONISIO: Dale estoy yendo para allá
2
Más tarde, tal cual lo planificaron, Dionisio y Vladimir se encontraron en el frente del Liceo Número 1 de Cabo Frío. El día era caluroso e invitaba a no hacer nada. Eran las nueve de la mañana.
Ambos chicos venían de una larga y desesperada maratón de estudio, forzosamente prolongada hasta el amanecer. Ahora, claro, morían de sueño, y la cabeza les hervía en un millón de confusos pensamientos.
Tenían que rendir examen de biología con la profesora Giménez, que era muy dura y exigente.
El año anterior, la profe les había hecho construir un terrario. Dionisio se había negado argumentando que las pobres hormigas sufrirían dentro de aquella caja de vidrio. Acostumbradas a formar túneles de metros y metros de largo, había explicado, aquella pecera les debía parecer una auténtica cárcel. La profesora le advirtió que, o hacía el terrario, o reprobaría la materia. Dionisio hizo el terrario, pero no puso ningún insecto dentro de él, hecho que lo condenó a dar examen en marzo.
El tema de Vladimir era diferente. Él no se llevaba bien con ninguna materia que requiriera leer más de cinco páginas seguidas. Lo de él era el ajedrez; veía un tablero y su mente se iluminaba. Descuidó la materia de la profe Giménez (así como también había descuidado historia, y literatura, y también ciencias cívicas) por lo que ahora su situación académica era desesperante. O aprobaba biología, o repetiría el año.
Los amigos se saludaron y entraron al liceo. La escuela era vieja y siempre olía a humedad. Al estar ubicada en una ciudad costera, el salitre del mar hacía estragos con la pintura. El frente del edificio siempre estaba descascarado. Incluso la bandera de Uruguay, que flameaba en lo alto del mástil, se veía con colores apagados y casi parecía blanca.
Hicieron unos metros por el pasillo, conversando sin mucho ánimo sobre la materia que debían rendir. Doblando el pasillo se encontraron con una sorpresa: era Wendy, quien venía de rendir matemáticas y parecía muy malhumorada.
-¿Cómo te fue? -le preguntó Dionisio.
Sin decir palabra, la chica hizo un movimiento con uno de sus brazos, demostrándoles que no tenía ganas de hablar. Les echó una mirada irritada, dijo algo incomprensible a través de la tela de su tapabocas y se metió en el baño.
-Qué carácter -dijo Vladimir.
-Seguro que le fue mal.
Se detuvieron frente al aula donde la profesora Giménez los aguardaba sentada frente a su escritorio.
-Bueno, allá vamos -dijeron Vladimir y Dionisio, luego de dar un largo suspiro.
3
CHAT ENTRE ALICIA Y WENDY
ALICIA: Y?
ALICIA: ¿Cómo te fue?
WENDY: Horrible
WENDY: Creo que perdí
ALICIA: Ay Wen
ALICIA: ¡Te mataste estudiando!
WENDY: Sí lo sé
WENDY: Siento que voy a llorar
WENDY: ¡Soy una inútil!
ALICIA: Reina
ALICIA: No digas eso
ALICIA: ¿Dónde estás ahora?
WENDY: En el baño
WENDY: Me escondí para que nadie vea lo fracasada que soy...
ALICIA: Voy para allá
ALICIA: Estoy a tres cuadras, estaba haciendo un mandado
WENDY: No, no hace falta, nena
ALICIA: Sí, espérame que ahí voy
WENDY: Ok bueno
(DOS MINUTOS DESPUÉS)
WENDY: Ali sos vos?
ALICIA: No (?
ALICIA: ¿De qué hablas?
ALICIA: Si recién hice una cuadra
WENDY: Hay alguien en el baño...
WENDY: La puerta hizo ruido pero no vi a nadie entrar
WENDY: Es raro
ALICIA: Ok, espera que ya voy
4
Solo tres alumnos rendían examen de biología. La profesora Giménez, siguiendo las normas de distanciamiento físico, los separó y puso a Dionisio sobre la izquierda del aula, bien contra la pared, a Vladimir sobre la derecha, y al otro chico (llamado Benjamín, parecía tan pálido como la luna) en el medio.
Les ordenó dejar sus pertenencias sobre la mesa de examen y solo quedaron con una hoja en blanco, una goma y un lápiz. Vladimir, que tenía la esperanza de copiar de alguna forma, se dio cuenta de que estaba “en el horno”. Lo que había estudiado la noche anterior le bailaba en la cabeza sin orden ni lógica alguna. Cuando la profesora puso la hoja fotocopiada frente suyo, y él vio todas esas palabras y planteos casi incomprensibles, una especie de lenta desesperación se apoderó de él: “Ay, mamita, no entiendo nada de esto, voy a perder y a repetir de año”.
Su mano comenzó a temblar. El lápiz le resbalaba entre los dedos. Miró hacia su izquierda, hacia Dionisio. Al menos él había comenzado a escribir algo. Pero, ¿qué? Las preguntas no parecían tener una respuesta adecuada: “Capacidad que tienen los organismos de reaccionar frente a estímulos externos”. “¿Quiénes realizan el proceso de nutrición quimioautótrofa?”.
Ante cada pregunta, Vladimir sentía el rabioso impulso de responder: “¡Y qué se yo!”.Estaba perdido. El tiempo pasaba y él ni siquiera había dado una respuesta. Y para colmo la profesora lo miraba con sus ojos de buitre posados en él. “¡Deje de mirarme así, profe!”, tuvo ganas de decir Vladimir.
Frustrado, estaba por levantarse y entregar la hoja en blanco, cuando una serie de gritos lo sobresaltó.
Era el grito de una chica. Parecía estar en serio peligro, porque gritaba a toda voz. A través de los vidrios de la puerta vieron que varios corrían en dirección a los baños del colegio. Entonces fue que Vladimir pensó en Wendy. Se levantó, agarró su celular y se dirigió hacia la puerta.
-Alumno Basilenko, ¿a dónde cree que va? -preguntó la profesora.
Pero Vladimir no la escuchaba porque, si bien era algo que mantenía en secreto, él estaba profundamente enamorado de Wendy y temía que le hubiese pasado algo muy malo.
5
WENDY: Amiga
WENDY: Te juro por Dios que hay algo acá en el baño!
ALICIA: Será otra chica?
WENDY: No!
WENDY: El baño está vacío
WENDY: Pero siento algo en el aire, como un susurro!
ALICIA: Ay qué horror
ALICIA: Wendy salí ya de ahí!
WENDY: Eso estoy intentando
WENDY: Pero no puedo, la puerta está trancada!
ALICIA: Seguro que es alguien que te está haciendo una broma
WENDY: No me gusta nada esto
WENDY: Hace mucho frío acá
ALICIA: Gritá
ALICIA: Gritá con todas tus fuerzas, que los profesores vengan a ayudarte!
ALICIA: Wen?
ALICIA: Wen, reina?
ALICIA: ¿Estás bien?
ALICIA: ¡Ya estoy llegando, aguanta!
6
Cuando Vladimir llegó al baño de mujeres, la profesora de matemáticas y otra alumna contenían a Wendy, quien lloraba aterrada. Sus lágrimas, que brotaban sin cesar, habían corrido parte del rimmel oscuro que siempre usaba.
-¿Qué es lo que tenés, amor? ¡Decime! -exclamaba desesperada la profesora.
Wendy solo atinaba a señalar en dirección al baño. Vladimir jamás la había visto así. Wendy era una chica que siempre mantenía la compostura, nunca se la veía llorar o reír. Su único estado de ánimo al parecer era el enojo. Él sabía que llevaba una vida dura. Y verla en ese estado, hecha un manojo de nervios, lo impresionó.
-¡Por favor, Wen, decime qué pasó!
Llegó el adscripto, un tipo de bigotes e infaltable camisa blanca y corbata azul. Vio las señas de Wendy y se arrojó dentro del baño de mujeres, quizás pensando que había algún atacante allí.
Vladimir entró con él. Era la primera vez que entraba al baño de chicas y vio todo con los ojos de aquel que entra a un templo sagrado. Vio los grifos con los lavamanos y más allá, los compartimentos de los inodoros.
El preceptor abrió los compartimentos de madera uno por uno. Iba armado con un ridículo compás de madera, que alzaba cual si fuera una daga. Vladimir vio que sus acciones eran algo exageradas, quizás imitando los comportamientos de los héroes de las películas de acción.
Sin embargo, lo que realmente le llamó la atención fue algo sobre el espejo. El chico se quedó inmóvil contemplando aquello que se dibujaba sobre la superficie vidriada. No podía creer lo que estaba viendo. Una mano invisible parecía escribir, ante la mirada atónita de los presentes, una serie de letras y símbolos sobre el espejo.
¡Ayuda! “inlna ny zbagr qr bzohrf”
Un escalofrío recorrió pies y cabeza de Vladimir. Sin embargo, tuvo el acierto de agarrar el celular y filmar lo que había sobre el cristal espejado.
Sabía que acababa de filmar algo que sería el motivo de charla de todo el liceo durante los siguientes días. Y no se equivocaba al respecto.
7
POR LA NOCHE…
ALICIA: ¿Estás mejor?
WENDY: Sí
WENDY: Me dieron un calmante
WENDY: Ahora tengo algo de sueño
ALICIA: ¡Qué susto que me diste Wen!
ALICIA: Cuando llegué al liceo y te vi llorando como loca, me asusté muchísimo!
ALICIA: Pero, ¿qué fue lo que pasó?
WENDY: No sé si me vas a creer
ALICIA: Decime!
ALICIA: Sabes que podés confiar en mí
WENDY: Ni siquiera yo lo creo
WENDY: A lo mejor todo fue mi imaginación
ALICIA: Nena
ALICIA: Qué fue lo que viste??
WENDY: Había algo en el espejo
WENDY: Primero fue como una sombra
WENDY: Algo que estaba detrás de mí
WENDY: Me di vuelta pero no había nada
WENDY: Y cuando volví a mirar hacia el espejo…
ALICIA: ¿Qué?
ALICIA: Qué pasó?
WENDY: Mi imagen
ALICIA: Qué tenía tu imagen?
ALICIA: Dejá de hacerte la misteriosa y decime!
WENDY: No seguía mis movimientos
WENDY: Yo me movía, movía mi mano, movía la cabeza, pero el reflejo no hacía lo mismo.
WENDY: Retrocedí espantada
WENDY: Y la imagen seguía ahí fija
WENDY: Me miraba
WENDY: ¡Era una mirada escalofriante! La miré bien y parecía ojerosa
WENDY: Como demacrada
WENDY: Y comenzó a sonreír de una forma maligna
WENDY: Y me asusté mucho y grité. Mi YO del espejo no gritó, aunque pareció sorprenderse con mis gritos. Seguí gritando cada vez más fuerte…y entonces perdí el control!
ALICIA: ¡Qué horrible!
ALICIA: Me dio miedo
WENDY: Imaginate yo…
ALICIA: ¿Qué crees que significa?
WENDY: No sé
WENDY: Pero no quiero volver a ese liceo nunca más…
8
A LA NOCHE...
Vladimir creó el grupo “EL MISTERIO DE CABO FRÍO”
Vladimir agregó a Wendy
Vladimir agregó a Dionisio
Vladimir agregó a Alicia
VLADIMIR: Hola a todos
VLADIMIR: ¿Cómo están?
VLADIMIR: ¿Cómo estás vos, Wendy?
VLADIMIR: Perdón por crear este grupo sin avisar
VLADIMIR: Pero descubrí algo muy llamativo
DIONISIO: El misterio de cabo frío?
DIONISIO: Jajaja qué es esto un programa de Voces Anónimas?
WENDY: Hola Vladimir
WENDY: ¿Qué está pasando?
WENDY: No me gusta que me agreguen a grupos sin mi consentimiento
VLADIMIR: Perdón Wendy
VLADIMIR: Pero es que me pareció muy importante
VLADIMIR: Y agregué a Alicia porque sé que es muy amiga tuya
WENDY: Espero que no sea algo para salir o invitarnos a algún lado
WENDY: Porque te bloqueo y juro que nunca más te dirijo la palabra
VLADIMIR: No!
VLADIMIR: No es nada de eso
VLADIMIR: Sino es sobre lo que pasó hoy en el liceo
WENDY: ???
VLADIMIR: En el baño!
WENDY: Como sabes eso??
VLADIMIR: Estaba ahí
VLADIMIR: Quizás no me viste porque estabas muy alterada
VLADIMIR: Pero yo entré al baño
VLADIMIR: Junto al adscripto
ALICIA: Sí, yo te vi ahí
ALICIA: Estabas filmando con el celu
VLADIMIR: Precisamente de eso quería hablar
VLADIMIR: Se ve algo en el espejo
VLADIMIR: Les paso el video
VLADIMIR:
ALICIA: Qué significa eso?
VLADIMIR: No lo sé aún
VLADIMIR: Estoy tratando de descifrarlo
ALICIA: Qué raro!
ALICIA: La verdad me da mucho miedo!
VLADIMIR: A mí también
VLADIMIR: Siento que algo muy importante está pasando
VLADIMIR: No les parece?
DIONISIO: Yo hace unos días vengo soñando con el liceo
DIONISIO: Pero pensé que era por la preocupación por los exámenes
DIONISIO: Pero ahora que lo decís…
DIONISIO: Sí, hace algún tiempo siento que algo malo va a pasar
VLADIMIR: Y ustedes, chicas?
WENDY: La verdad, nada
ALICIA: Yo sí
ALICIA: Bueno, no sé si un presentimiento, pero al igual que Dionisio también soñé cosas con el liceo
VLADIMIR: Ustedes creen que este mensaje sobre el espejo puede significar algo?
DIONISIO: La verdad no sé
DIONISIO: Primero tendríamos que ver si significa algo
VLADIMIR: Me parece bien
VLADIMIR: Qué les parece si nos reunimos mañana en la plaza, después de comer?
VLADIMIR: Y me ayudan a resolver este misterio?
WENDY: Sabía que era un truco para invitarnos a salir
VLADIMIR: Te juro que no! Estoy casi seguro que lo que filmé es un mensaje encriptado
VLADIMIR: No viste el video?
WENDY: Está bien
WENDY: Mañana en la plaza, a las dos de la tarde
WENDY: En punto eh
VLADIMIR: Nos vemos entonces
VLADIMIR: Hasta mañana
WENDY: Hasta mañana
DIONISIO: El misterio de cabo frío, uuuuuhhh
DIONISIO: Nos vemos mañana, descansen!
Capítulo 1: Segunda parte
Tal cual acordaron, los cuatro chicos se encontraron en la plaza principal de Cabo Frío, para intentar resolver el mensaje del espejo.
Las chicas habían llegado en bicicleta. Alicia había llevado un termo con un mate, y Wendy unos bizcochos que vendía su madre en la panadería. Ninguna de las amigas quería admitirlo, pero temían estar en una cita encubierta. En cualquier otro momento, no hubiesen aceptado. Pero el video que les había mostrado Vladimir por whatsapp las había intrigado y querían ver si significaba algo.
Al verlas llegar, los dos chicos se pararon (estaban sentados frente a una de las mesas de cemento de la plaza) y esbozaron idénticas y bobas sonrisas.
-Hola -dijo Dionisio, tímidamente y mirando en especial a Alicia-. Pensé que no iban a venir.
-Comimos tarde -explicó Alicia apoyando su bicicleta en un viejo árbol. La aseguró con un candado de combinación y saludó a los dos varones con una seña de sus manos-. Además, ustedes no respondían los mensajes.
-Es que me quedé sin datos -se apuró a explicar Dionisio.
-Y yo uso poco y nada el celu -agregó Vladimir-. Demasiado celular te mata las neuronas. Y yo las necesito para ser campeón nacional de ajedrez algún día.
-Uff, sí -se burló Wendy-. Cómo no.
-Bueno…- dijo Alicia-. Veamos ese video otra vez, a ver si podemos entender algo.
Los cuatro se sentaron alrededor de la mesa y se pusieron a ver el video. La plaza estaba desierta y el día era veraniego; en el cielo no había ni una sombra de nube. Reunidos alrededor del celular, los chicos parecían coloridos monjes rezándole a algún santo dentro de una ermita. Y lo de “coloridos” no era exagerado, porque Vladimir vestía una remera roja con pantalones cortos azules; Dionisio llevaba una musculosa celeste y bermuda azul; Alicia un top blanco con pollera violeta; y Wendy, siempre atenta al movimiento ecológico, una remera larga y negra con un logo de una ONG que decía: “La naturaleza no necesita a las personas, pero las personas sí a la naturaleza”.
Vladimir había anotado las el mensaje aparecido en el espejo sobre una hoja de papel. Había tachones y varias anotaciones al margen. Los cuatro amigos vieron el video una y otra vez, siempre sin llegar a conclusión alguna. Si había un mensaje allí, al parecer no tenía ningún sentido. Alicia, dándose rápidamente por vencida, comenzó a cebar mates. Mientras tanto, Wendy contó con detalles lo que había pasado en el baño, refiriéndose a lo del reflejo con vida propia y la sensación de que había alguien más con ella en el lugar. Al terminar, los varones se le quedaron viendo con la boca abierta.
-¿Y por qué no le dijiste a la profesora? -dijo por fin Dionisio.
-No sé, estaba aterrada y no quería hablar con nadie. Además, pensé que me mirarían como a una loca -Wendy suspiró-. Todavía más...
-Es una locura. Con razón te habías puesto así. Tus gritos se escucharon por toda la escuela.
-Bueno, perdón por ser tan escandalosa.
-No fue mi intención burlarme, Wendy -dijo Dionisio con sinceridad.
La chica se encogió de hombros y le cebó un mate a Vladimir.. Pero el chico lo rechazó. Estaba muy concentrado mirando su celular.
-¿No era que no eras adicto a los celulares? -se burló.
Pero Vladimir no respondió. Sacó un papel y una lapicera de su bolsillo y dibujó una serie de letras y flechas. Parecía muy emocionado.
Al cabo de un rato, Vladimir salió de su ensimismamiento y gritó triunfal:
-¡Lo tengo!
-¿Qué cosa?
-¡Descubrí qué es lo que dice el código! -dijo orgulloso el chico, y a continuación, para asombro de los demás, explicó cómo lo había hecho: -Primero, vi que había una coincidencia entre los números de caracteres de la palabra “AYUDA” y los de la primera palabra del código. Entonces, si la primera palabra del código es “AYUDA”, eso quiere decir que la letra “N” es una “A”, porque se repite al principio y al final. Luego, probé diferentes patrones hasta darme cuenta de que, en el mensaje encriptado, las letras están cambiadas de lugar, y el abecedario dividido en dos grupos: de la “A” a la “M” y de la “N” a la “Z”. La “A” es “N” en el código, la “B” es una “O” y así sucesivamente. Y forma esto:
Vladimir mostró el mensaje que había escrito sobre el papel, que decía: “AYUDA: VAYAN AL MONTE DE OMBÚES”.
-Es el celular, les dije -sonrió satisfecho Vladimir-. Manténganse apartados de sus celulares, y serán tan inteligentes como yo.
-Bueno, tan inteligente no sos, porque te llevaste cuatro materias a marzo -retrucó Wendy, y tanto Dionisio como Alicia rieron al ver la cara de sorpresa que puso Vladimir.
-Y entonces, ¿qué significa eso? ¿Monte de ombúes? ¿Tiene algún significado? -preguntó al cabo de un rato Alicia, girando el trozo de papel de un lado al otro.
-Eso, de momento, es lo que menos me preocupa -intervino Dionisio. Ante la mirada inquieta de los demás, explicó:- Es decir, ¿quién puso ese mensaje? ¿En qué momento? En el video se ve claramente que se forma solo. ¿Se trata de algo paranormal? ¿O puede ser explicado por la física? Ustedes saben que me encantan estos temas. Con solo hablar de fantasmas, seres de otras dimensiones, ovnis… ¡se me pone la piel de gallina!
-Ay, sí, ¡a mí también me encanta! -intervino Alicia.
-Y además, no nos olvidemos de la otra parte del mensaje del espejo -Dionisio parecía a punto de explotar por la emoción-. Ese “Ayuda”... Es raro, ¿no? ¿Y si hay una especie de cárcel en el bosque, o gente perdida? O, peor aun: ¿y si es el truco de un ser malvado?
-Creo que, antes de ponernos a formular teorías disparatadas, podemos investigar un poco más -propuso Wendy.
-¿Investigar? -Vladimir parpadeaba, aún aturdido por el anterior retruque de la chica-. No sabría por dónde empezar. Esta frase no significa nada.
-¡Claro que significa algo! ¡Está hablando del monte de ombúes de Valizas! ¿Es que acaso nunca lo escucharon mencionar?
Ante estas palabras, Dionisio se llevó una mano a la cabeza.
-¡Tenés razón! ¡No puedo creer que no haya pensado en eso! ¡Y yo que me declaro experto en leyendas urbanas!
-Bosque de ombúes… me suena, sí -dijo Alicia.
-A ver, un momento. Lo que ustedes están diciendo… ¿es que ese lugar existe?
-¡Sí! Y está a pocos kilómetros de acá. ¡Podemos ir en este mismo instante!
-¿Y por qué ese lugar es tan famoso?
-Bueno, porque…
Pero, antes de que Dionisio pudiese explicar la leyenda del lugar, y de paso sacar a relucir sus conocimientos en leyendas locales, un ruido detrás de unos arbustos cercanos a la mesa de cemento los sobresaltó.
Había alguien escondido. Alguien que acababa de escuchar toda la conversación y ahora, torpemente, intentaba huir hacia las calles laterales de la plaza.
2
Rápido y sereno, Dionisio se paró y fue tras el intruso.
-Dionisio, ¡no! -lo alertó Alicia pero el chico no le hizo caso y se metió entre los arbustos.
Y al rato salió, agarrando por la solapa de la remera a un niño que chillaba y maldecía por lo alto.
-¡Te atrapé! -dijo Dionisio.
-Es solo un chico -dijo Wendy mirando al niño de nueve o diez años que se retorcía entre las manos de Dionisio, intentando escapar. Tenía el pelo cortado a flequillo y su cara angulosa parecía la de un muñeco. Pero sus ojos no eran para nada los de un muñeco, sino los de alguien que tiene una vida muy intensa y divertida. Sus rodillas estaban cubiertas de antiguas heridas. Tenía una remera con la imagen de un creeper de “Minecraft”, aquel juego de personajes cuadrados que era el pasatiempo principal de muchos chicos. Sus championes, de un naranja flúor, brillaban en el césped marchito de la plaza, como un par de exóticas flores en medio del desierto.
-¡Dejalo en paz! -ordenó Alicia.
-Es solo mi hermano, Salvador -aclaró Dionisio, para luego soltar al chico-. Le dije que se quedara en casa, pero es evidente que tiene una papa en la oreja.
-¡Sabés que odio quedarme solo! -protestó Salvador-. Además, te seguí porque me daba curiosidad saber a dónde ibas -miró a Alicia y luego sonrió pícaro-. ¡No sabía que tenías novia! ¡Ahora le voy a contar a mamá!
-Estás diciendo pavadas -dijo Dionisio, avergonzado-. Ni Alicia ni Wendy son mis novias. Solo estamos acá porque…
-Sí, ya sé, porque querían descifrar no sé qué enigma y ahora van a ir al Monte de ombúes. Escuché todo.
-Sos un enano metiche. Esto te va a costar caro.
-A mí me parece encantador -dijo sonriendo Alicia-. Es mucho más simpático que vos, Dionisio.
Los chicos se quedaron conversando sobre el hermano de Dionisio unos momentos más, y luego regresaron al asunto del monte de ombúes.
-Podemos ir en ómnibus hasta allá. Son unos veinte minutos de viaje -explicó Wendy.
-¿Y mi bicicleta? -se inquietó Alicia mirando hacia el árbol donde la había apoyado-. Si me la roban, mi mamá me mata.
-No te preocupes, está asegurada con el candado. Además, regresaremos pronto -prometió Wendy.
-Yo voy sin problemas -dijo Vladimir-. Pero antes van a tener que explicarme por qué ese sitio es tan misterioso.
-Lo haremos durante el viaje -propuso Dionisio y luego miró a su hermano-. Vas a tener que volverte a casa, no podés venir con nosotros.
-¿Quién lo dice? -desafió Salvador.
-Yo, tu hermano mayor.
-Y yo soy tu hermano menor, y si no me llevás le cuento a mamá que anduviste saliendo del pueblo sin su permiso.
Los otros chicos, excepto Dionisio, rieron ante la osadía del pequeño. Dionisio tuvo que aceptar (bajo protestas y una amenaza de futuras reprimendas) llevarlo con él.
Fueron a la parada de ómnibus sobre la Ruta 10 y al rato pasó uno en dirección a la costa. Lo tomaron y en el camino Dionisio explicó a Vladimir y a Alicia lo que sabía del tema.
-Es un lugar supuestamente mágico, en donde si uno camina lo suficiente, se encuentra con un gran ombú, el más alto y más viejo de todos. Dice la leyenda que, si te parás debajo de él, se abre como una especie de portal que te transporta durante unos momentos hacia el pasado, hacia el recuerdo más preciado de tu vida.
-Seguro yo vería cuando le gané la partida al campeón departamental de ajedrez, el año pasado -dijo Vladimir-. Lo destrocé. Nadie creía en mí. Deberían haberme visto.
-¿Ver a dos tipos sentados frente a un tablero durante dos horas? -se burló Wendy-. Yo paso, gracias.
-El ajedrez es más fascinante de lo que creés. Te ayuda a pensar y a ordenar los pensamientos. Si querés algún día te enseño.
-Por el momento no estoy interesada.
-Vos te lo perdés -dijo Vladimir, encogiéndose de hombros.
-¿Terminaron? -intervino Alicia-. A mí la leyenda de ese bosque de ombúes me parece muy linda. Pero me daría miedo entrar, me asustan las serpientes y las arañas.
Continuaron el viaje durante unos minutos más, hasta que Vladimir reconoció la parada e hizo detener el ómnibus. Los cinco bajaron y caminaron en dirección al balneario.
-Para llegar al monte, tenemos que llegar hasta la desembocadura del arroyo Valizas e ir en kayak o canoa -dijo Wendy.
Dionisio se detuvo al escuchar esto.
-¿Qué pasa? -Vladimir lo miró interrogante.
-Es que no me gustan los botes. No sé nadar y tengo miedo que se dé vuelta.
-A Alicia no le gustan los bichos, a vos no te gusta el agua -dijo Vladimir y miró a Wendy-. Solo quedamos vos y yo.
-Y yo –replicó Salvador que parecía el más emocionado de los cinco.
-Vos te quedas conmigo, enano – dijo Dionisio sujetándolo del cuello de su remera de “Minecraft”. Vladimir retomó la conversación;
-Como decía… Wendy, quedamos solo vos y yo. ¿Venís? ¿O también tenés miedo?
-Nada de miedo. No me prejuzgues. Soy más fuerte que cualquier hombre.
Siguieron caminando en dirección al balneario, hasta que llegaron a un arroyo que dividía el terreno en dos partes. No parecía muy profundo, pero sus aguas eran bastante caudalosas. Un cartel escrito a mano decía: “ALQUILER DE KAYAKS POR HORA” y luego señalaba con una flecha hacia una cabaña de madera a orillas del arroyo.
El dueño de aquella casilla, un hombre fornido sin remera que usaba un short azul satinado de los de la década del 80, les alquiló un kayak por una cantidad de dinero que a los chicos les pareció razonable. Se subieron a la embarcación Vladimir y Wendy, mientras Alicia, Dionisio y Salvador se quedaban en la orilla.
-Espero que esto signifique algo -dijo Dionisio-. De lo contrario, estaremos haciendo el ridículo.
-Consideralo una aventura más -replicó Vladimir-. Al menos lo intentaremos. Como decía el maestro ruso de ajedrez, Siegbert Tarrasch: “En el ajedrez, como en la vida, la mejor jugada es la que se realiza”.
-Uy, pero qué pesado que sos con el ajedrez -dijo Wendy resoplando.
-Y todavía no viste lo mejor -replicó Vladimir, guiñándole un ojo.
-Buena suerte, y vuelvan pronto -les deseó Alicia-. Los estaremos esperando con unos mates.
-El agua para ese entonces va a estar fría. Pero los acepto igual -dijo Vladimir.
Y comenzó a remar en dirección a aquel enigmático Monte de ombúes, acompañado por la brava y rebelde Wendy. Salieron en silencio, surcando esa gran serpiente de agua. La tranquilidad del arroyo hizo que quedaran atrás los murmullos de sus amigos y que únicamente se escuchara el sonido relajante de los remos que entraban y salían del agua.
3
Llegaron unos diez minutos después. Arrastraron el kayak fuera del agua y luego se pararon a contemplar el bosque.
Era impresionante. Los ombúes eran grandes y retorcidos; algunos parecían manos de pálidos dedos, como los de los muertos. Se cernía sobre el lugar un silencio y una oscuridad que daba miedo. Las copas de los árboles formaban bóvedas sobre sus cabezas. Algunos pájaros, no muchos, trinaban invisibles entre el espeso follaje.
-Uy, pero qué lugar tétrico -dijo Vladimir.
-A mí me gusta -respondió Wendy desafiante-. Me gusta la penumbra y esa humedad- se agachó para señalar un hongo que crecía al pie de un gran ombú-. Y estos hongos son exquisitos.
-¡Pueden ser venenosos!
-Claro que no. Son comestibles. Y muy ricos si los hacés salteados a la provenzal.
-¿Cómo sabes eso?
-Mi abuela -explicó Wendy-. Ella me enseñó todo sobre la naturaleza, sobre las plantas y… -negó con la cabeza-. No te interesa.
-Uf, qué complicada que sos.
-Solo digo lo que pienso. No es tan complicado- dijo, y miró alrededor, hacia los bosques que parecían acecharlos en silencio -. Bien, ¿qué se supone que tenemos que hacer acá?
Vladimir se encogió de hombros.
-La verdad, no sé muy bien. El mensaje solo decía: “Ayuda; vayan al Monte de ombúes”. Imagino que algo encontraremos en este lugar. Algo que… no sé, nos dé más detalles sobre lo que viste en el baño. Ese “Ayuda” sigue dándome vueltas en la cabeza. ¡Todo es tan extraño!
-Es una locura, ¿te diste cuenta? Pero, ya que estamos acá, busquemos ese “algo”, sea lo que sea.
-¿Qué te parece si nos dividimos? Vos explorás la parte norte del monte, y yo el sur.
Wendy se encogió de hombros.
-Me parece una pésima idea. Nos vamos a perder.
-Si no te alejás de la orilla, no te va a pasar nada -Vladimir la miró, de repente divertido-. ¿O acaso tenés miedo de quedarte sola?
-Pfff, crecí en lugares como éste, un monte no me va a asustar.
-Está bien. Nos encontramos en una rato, ¿dale?
Wendy estuvo de acuerdo, y fue así como se separaron en el monte; la chica tomando la dirección norte, y Vladimir yendo hacia el sur.
¿A quién desearías acompañar durante el viaje?
A Wendy
A Vladimir
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