Allá por el año 1956, vivía un niño con su familia en Costa de Pando. Una vez por semana llegaba 'Manolo' el quinielero que pasaba por todas las casas y en la casa del niño siempre jugaban una quiniela. Una tarde que su mamá horneaba pasteles llegó Manolo y ella le dijo 'si gano la quiniela, te regalo un pastel'. A los dos días los teros cantaban como anunciando una visita, y su mamá pensó '¿habré ganado la quiniela, que viene Manolo?', y así fue, ganó y cumplió su promesa.

Pero un día, Manolo no vino más y no se sabía porque, pero los vecinos de Costa de Pando lo seguían esperando, porque Manolo traía alegría en cada visita y les contaba cosas que sucedían en otros lados, ya que antes no habían medios de comunicación y la gente no salía mucho.

Una tarde que había tormenta y los teros cantaban a alguien le pareció ver una silueta igual a la de Manolo, que venía caminando como lo hacía siempre.

Y así quedo entre los vecinos, cada vez que los teros cantaban, todos pensaban '¿será Manolo, que viene a levantar la quiniela?'...