Cuenta de un hombre bondadoso pero pecador en su pasado, que solía frecuentar el río Yí.
El hombre poseía un viejo talismán dado por un indio brujo, que hizo que su oscuro pasado se borrara y se convirtiera en un hombre de referencia y respeto para su gente.
Al ser envidiado y al creer que escondía riquezas, fue asesinado por un grupo de hombres que dejaron su cuerpo a la intemperie. Al no ser sepultado, su alma vagaba en forma de luz azulada y aterraba a gauchos que pasaban por el área.
A causa del miedo en habitantes de la zona, todos empezaron a clavar cruces en su nombre.
Luego de un tiempo nació un árbol tan grande que tomó forma de cruz y se convirtió en referente de paso, en una zona que era ahora santa y no temida.