Nuestros héroes llegan al faro de Cabo frÃo en el medio de la noche. Allà descubrirán un mensaje misterioso y arriesgarán todo en busca de la verdad, una verdad que los sorprenderá poniendo el futuro de la humanidad en juego. ¿Podrán resolver este enigma mortal?
Llegada
El mar rugía y golpeaba la costa. La noche se había cerrado aún más; la luna ya no se veía tras las nubes.
Los cinco chicos se encontraron en la base del faro de Cabo Frío y comenzaron a intercambiar sus experiencias. Todos habían visto lo mismo en los espejos: un mundo apocalíptico, devastado, con gente y animales que morían y quedaban al borde de la extinción. También comentaron el audio enviado por Guillermo Lockhart, que supuestamente sería clave para desvelar todo el misterio.
-Es todo muy loco -dijo Alicia-. Si yo no hubiese visto lo del espejo, no podría creerlo…
-Ni yo -dijo Vladimir, quien aun no lograba recuperarse del susto en la mansión Drayton.
-Bueno, pues no perdamos más tiempo y entremos -intervino Dionisio.
Se dirigieron hacia la puerta del faro, que se encontraba abandonado desde hacía más de diez años. Graffitis y paredes olvidadas por el tiempo, rodeaban la entrada que se encontraba bloqueada. Vladimir notó que al lado de la puerta había un pequeño espacio que parecía ser el lugar en dónde ingresar un número o algo así, para poder desbloquear la puerta. ¿Cuál será el código para resolver este primer reto?
El faro
El ambiente en el faro se sentía recargado por el encierro y la cercanía con la corrosión salina del mar. Subieron las escaleras metálicas hasta llegar a la casa del farero, en donde vieron algunos elementos abandonados como una vieja tetera, una radio portátil de esas antiguas cubierta por una espesa capa de polvo, una mesita de madera corroída y algunas mantas. Luego, subieron aún más hasta llegar al torreón, en donde Salvador señaló un cuadro sobre una de las paredes: era de un caballo gris.
-¡Ese es el caballo que mencionaba el audio!
-Pero, ¡no hay nada abajo!
Vladimir retiró el cuadro, solo había un clavo y la pared. Alicia dijo:
-¡Quizás lo que debemos hallar está DETRÁS de la pared!
-¿Vos decís que tenemos que romperla? -dudó Dionisio.
-¡Intentémoslo!
Sin perder tiempo Vladimir recogió una maza que encontró en la casa del farero, y comenzó a romper la pared. Las piedras y el polvo volaron, mientras los otros chicos se tapaban las bocas con sus remeras para impedir que los restos entraran por sus vías aéreas. Sin embargo, a los diez minutos Vladimir detuvo su tarea, decepcionado: no había encontrado nada, y solo había logrado ensuciarse la ropa y el cabello. Alicia le quitó la maza y siguió trabajando, pero tuvo que detenerse al ver que la pared se agrietaba peligrosamente.
-¡No hay nada acá! -dijo Salvador-. ¡Pero, el audio decía que estaba debajo del caballo gris!
-Entonces eso quiere decir una sola cosa -intervino Dionisio-. Y es que todo esto es una mentira.
-¿Te parece que sea una mentira lo que acabamos de ver? ¡Todos vimos lo mismo, no puede tratarse de una coincidencia!
-A ver, un momento, ¡veo algo! -dijo Salvador.
Estiró la mano y de una de las grietas de la pared sacó algo alargado; parecía una especie de cápsula de metal muy finita.
-¿Y eso?
-Creo que hay algo dentro. Aunque no sé cómo abrirla… ¿Cómo funciona este dispositivo?
Entretanto
Cuando lograron abrir la cápsula del tiempo encontraron algo que nunca se hubieran imaginado . Los otros jóvenes se agruparon en torno al niño.
-¿Qué hay?
-Es… un papel -dijo Salvador y retiró el objeto en cuestión.
Era, efectivamente, un
papel. Parecía el recorte de un periódico aunque la contextura del papel era bastante
extraña. A decir verdad se parecía más a una seda que a un papel. El título, que
poco se podía leer debido a lo deteriorado que se encontraba ese papel.
¿Cuál será el mensaje oculto que hay detrás de este diario?
El fin del mundo
-¿Qué? -gritó Vladimir y luego miró desconfiado-. Es una broma, ¿verdad? Ustedes pusieron este recorte aquí, ¡no me mientan!
-Vlad, juro que nadie de nosotros te jugaría una broma de mal gusto así -intentó tranquilizarlo Wendy-. Además, ¡estaba detrás de la pared! ¿Cómo pudimos haber hecho algo semejante?
Los chicos discutieron y hasta alzaron la voz. Estaban muy cansados por el largo día, por todo lo que acababan de experimentar y se sentían muy confundidos. Vladimir, impresionado por aquella funesta noticia, quiso retirarse, sin embargo, Alicia dijo:
-Esperá, no te vayas. Creo que nos estamos olvidando de algo...
-Ya no quiero saber nada con esto -dijo el chico-. Si llega a ser una broma…
-¡Que no es una broma! -insistió Wendy.
-Alicia, ¿de qué nos olvidamos? -intervino Dionisio.
-Tiene que ver con el mensaje. ¿Recuerdan la última parte?
-Algo así como que “hasta que vengan los cuatro” -recordó Dionisio.
-¿Y si es un error en la traducción? -conjeturó Alicia-. ¿Y si lo correcto es “hasta que vengan A las cuatro”! ¡O sea las cuatro de la mañana! Debe de ser eso.
-Puede ser, sí. Pero, ¿y qué hacemos?
-¡Esperar!
-Ufff, yo me quiero ir a dormir -dijo Vladimir con pesar.
-¿Qué hora es? -preguntó Alicia.
Salvador miró el viejo reloj de su abuelo.
-Las doce y cuarenta y cinco.
-No falta tanto -dijo Dionisio-. Podemos esperar un poco más. ¿Qué te parece, Vlad?
El chico mencionado se encogió de hombros, soltó otro bufido y se sentó en posición india sobre el suelo, dándose por vencido.
Sus amigos lo imitaron y quedaron a la espera del gran suceso, fuera lo que sea. El mar parecía cada vez más embravecido. Algunas ráfagas ocasionales estremecían el faro.
Estaban emocionados y pensaban que se quedarían despiertos, sin embargo, muy pronto fueron cayendo en una somnolencia irresistible. Wendy tuvo un ataque de tos y se recostó sobre el suelo, Alicia cerró los ojos y sin darse cuenta le tomó la mano a Dionisio. Vladimir, por su parte, se quedó dormido sin darse cuenta, al igual que Salvador.
Algunos momentos después, Salvador abrió los ojos sintiendo un feo presentimiento. Lo primero que hizo fue mirar el reloj de su abuelo. Y se sorprendió al ver que las agujas giraban locamente hacia adelante, como si un poderoso imán las estuviese moviendo o acelerando el tiempo a un ritmo frenético.
El niño se incorporó, confundido. Estaba por llamar a sus amigos cuando un resplandor proveniente del mar le llamó la atención.
Alzó la vista en esa dirección y vio, a través de los amplios vidrios del faro, que una bola de fuego inmensa, incandescente, caía lentamente en algún lugar del horizonte.
El chico quedó contemplando ese extraño y espectacular fenómeno, hasta que de repente la bola de fuego hizo impacto contra el mar, produciendo un sonido sordo que le retumbó en sus oídos e hizo temblar las bases del faro.
Los otros chicos se despertaron y se incorporaron asustados, mirando hacia todos lados.
-¿Qué fue lo que pasó? -dijo Dionisio-. ¿Qué fue ese ruido?
-¡Había… había una especie de bola de fuego! -gritó Salvador señalando hacia el mar-. ¡Fue algo totalmente apocalíptico!
-¿Estás seguro que no lo soñaste?
-¡Segurísimo! ¡Cayó en el mar y produjo ese ruido!
-Ey, ¡miren! -intervino Alicia señalando en la dirección contraria, hacia el bosque-. ¿Qué carajo es eso?
Los cinco amigos miraron hacia allí, y vieron que una especie de fuego, muy brillante, se había iniciado en un bosque muy cercano a la mansión Drayton. El fuego avanzaba con rapidez destruyendo los árboles, en dirección al pueblo. Algunas llamaradas alcanzaban los veinte o quizás más metros de alto.
Los jóvenes gritaron asustados.
-¡Tenemos que advertir de esto a la gente! -dijo Wendy-. ¡Antes de que sea demasiado tarde!
-Estoy llamado a mi hermano, pero mi celular se quedó sin señal -anunció Dionisio observando su aparato-. ¿A alguien más le pasa?
Los otros chicos miraron sus celulares y se dieron cuenta de que ninguno funcionaba; no tenían señal e incluso algunos mostraban un extraño y verde parpadeo en sus pantallas. Parecían haberse vuelto locos. Al igual que el reloj de Salvador.
-Vamos a tener que correr hacia el pueblo -dijo Dionisio-. ¡No hay tiempo que perder!
-Esperen un minuto. Hay algo en el mar. ¿Pueden verlo?
Salvador señalaba hacia una especie de montaña negra que se acercaba rugiendo a través del mar. Brillaba bajo los rayos de la luna que se entreveía entre las nubes.
Muchos de los chicos habían visto varios videos en Youtube del terrible tsunami que había azotado las costas de Indonesia en 2004, y se dieron cuenta que se trataba de eso: ¡un inmenso y aterrador maremoto!
-No puede ser -dijo Vladimir, pálido-. Estoy soñando todo esto.
-¡Fue la bola de fuego! -observó Salvador-. ¡Estoy seguro que fue eso lo que provocó esa gran ola!
El tsunami se acercaba cada vez más, rugiendo y haciendo estremecer la tierra. De golpe, se encendieron varias luces en el cielo, y más bolas incandescentes comenzaron a caer hacia el mar.
-¡Qué está pasando! -gritó Alicia-. ¿Es esto el fin del mundo, o qué?
-¡Fue lo mismo que vimos en el espejo! -Wendy temblaba bajo la tenue luz lunar-. Estoy segura de que de eso se trataban los mensajes. ¡Nos estaban advirtiendo sobre el fin de todo!
-Pero, ¿qué podemos hacer nosotros? -se preguntó Dionisio-. ¿Por qué nos enviaron los mensajes a nosotros y no a unos líderes políticos? ¿O a alguien realmente poderoso, que pudiera hacer algo al respecto?
-¿Y por qué nos hicieron venir hasta acá? -completó la duda Vladimir.
-Creo que eso está más que claro -Alicia se acercó a los vidrios y contempló el fuego que azotaba el bosque de Cabo Frío-. Querían que sobreviviéramos. El tsunami pasará por debajo del faro, y nosotros estaremos seguros acá arriba.
-¡Ni loca me quedo! -gritó Wendy-. ¡No voy a ver cómo mis seres queridos sufren allá abajo! Voy a salir de acá y tratar de alertar a la gente lo más rápido posible.
-Es cierto -asintió Dionisio-. Allá abajo están nuestros padres, nuestros abuelos, nuestros amigos. Seremos cobardes si nos quedamos y no hacemos nada para salvarlos.
Todos los chicos estuvieron de acuerdo con esto último.
El foco de luz estaba averiado, pero debajo de él había un tablero.
Encuentra la secuencia que permitirá prender el faro y alertar a los habitantes de cabo frÃo.
Visita del futuro
Y estaban encaminándose hacia las escaleras cuando sintieron un ruido de pisadas que los detuvo. Vladimir se acercó al hueco, pero luego retiró la cabeza enseguida: cuatro personas venían subiendo los escalones.
-¿Quiénes son? -dijo Wendy.
-Son… la gente que vimos en el espejo. Al menos, los hombres que vimos Dionisio y yo. También hay dos mujeres.
La chica se asomó y luego asintió repetidas veces.
-Son las mujeres, las que tenían la piel enferma.
-¿Qué hacen acá? -gritó Wendy-. ¿Qué es lo que quieren de nosotros?
Las cuatro personas al escuchar esto detuvieron su andar. Y alzaron, en aterradora sincronía, la cabeza para observarlos.
-¡Son espíritus! -dijo Dionisio-. Es por eso que los vimos en el espejo. ¡Todas las leyendas dicen lo mismo, desde “Bloody Mary” hasta “Candyman”!
-No creo que sean espíritus -dijo Alicia, pensativa-. Por algún motivo, sus caras me resultan conocidas. No sé. Me dan miedo.
-¡Cierren la puerta! -gritó Salvador, aterrado.
A los chicos mayores les pareció buena idea y se apresuraron a cerrar la puerta metálica. Sin embargo, tal precaución fue inútil, porque al cabo de unos segundos las cuatro personas la traspasaron como si fuera aire.
-¡Les dije, son espíritus! -chilló Dionisio retrocediendo al igual que los demás hasta pegar su espalda contra los vidrios.
Las figuras se detuvieron delante de los chicos. Todas ellas vestían harapos; uno de los hombres tenía una capucha. Sin embargo, al cabo de unos momentos se dieron cuenta de unos detalles asombrosos: la mujer rubia, por ejemplo, llevaba el collar que Clarita le había dado a Alicia. El hombre de la cicatriz en la mejilla sujetaba en sus manos el escarpín que la Llorona le había entregado a Salvador. El hombre de la capucha, a su vez, tenía un pergamino enrollado que parecía muy similar al que la princesa indígena le había obsequiado a Dionisio.
-¿Qué m… es esto? -gritó Dionisio-. ¿Acaso están jugando con nosotros, o qué?
-No somos espíritus -dijo la mujer morena-. Hemos venido a alertarlos.
-¿Alertarnos de qué? -dijo Alicia y señaló hacia afuera del faro, donde el tsunami se seguía acercando y el gran fuego consumía el bosque a una velocidad aterradora-. ¿De esto? ¡Ya es tarde, no vamos a llegar a salvar a nadie! ¡Y mucho menos si ustedes se interponen en el camino!
-Esto es solo el comienzo -dijo el hombre de la capucha-. Vendrán más cosas. Ustedes las vieron a través de los espejos.
-Terremotos. Huracanes. Sequías. Ríos sin agua y mares de agua podrida. Todo eso comenzará muy pronto -terció el hombre de la cicatriz.
-¡Entonces apártense del camino y déjennos salvar a nuestros seres queridos! -gritó Wendy, alzando los puños como para pelear.
-Ustedes son los indicados para alertar al mundo -dijo la mujer del collar-. Les fuimos dando pistas, señalándoles el camino desde diferentes escenarios en los que se cuentan leyendas. Son los únicos espacios en los que los límites entre la realidad y lo inimaginable pueden ser transgredidos. Era necesario que comenzaran a creer.
-¿Creer en qué?
-En nuestra existencia. En la existencia de las cosas mágicas que rodean nuestras vidas. La tierra está en peligro, alza su voz advirtiéndonos, pero nadie escucha, nadie tiene oídos para estos mensajes, todos están sumergidos en sus propias preocupaciones mundanas, sus problemas cotidianos, presos en sus dispositivos electrónicos, consumidos por miles de distracciones. Es por eso que debimos prepararlos. Hacerlos recorrer el camino de las leyendas, para que finalmente pudieran escucharnos.
-¿Quiénes son ustedes? -preguntó Alicia-. ¿Por qué me resultan tan conocidos?
-Pues porque nosotros somos ustedes -dijo la mujer del collar-. Yo soy vos, solo que dentro de treinta años. Mi compañera y amiga -señaló a la mujer morena -es Wendy. El de la capucha es Dionisio. Y el de la cicatriz en la mejilla es Salvador.
-¿Qué? -gritó el chico.
-Nos vemos mucho más viejos de lo que aparentamos. No llegamos a los cincuenta años, pero parecemos de setenta. Y eso es por las condiciones en que vivimos los del futuro. Ya no se ve el Sol, y las enfermedades azotan el planeta. De los pocos sobrevivientes que hay, nadie vive más de sesenta años.
Los chicos se quedaron callados ante esta revelación. Luego, Dionisio preguntó
tartamudeando:
-Un momento. Ustedes… ¿vienen del futuro?
-No exactamente -respondió el de la capucha-. No tenemos una máquina del tiempo, no existe eso. Pero sí descubrimos puntos de conexión con el pasado. Como los espejos, o los lugares legendarios como el Monte de Ombúes, el Museo Blanes, el Parque Rivera, el Cerro Arequita, y tantos otros. Es la única forma que tenemos de comunicarnos con ustedes.
-Pero, ¿para qué comunicarnos con nosotros? -insistió Alicia desesperada-. Ya es tarde.
¡Miren!
Señaló hacia el mar, donde el maremoto ya estaba llegando a la playa.
Vieron varios botes que caían volcados en el pequeño muelle de pescadores cual piezas de
dominó; luego, una gran ola azotó las piedras y el agua inundó la arena. La corriente
era fuerte y llevaba todo a su paso: árboles, sombrillas, sillas. El puesto del guardavidas
desapareció. El poder del mar era increíble. Llegó a la base del faro y la
construcción comenzó a temblar. El agua siguió su paso y arrastró más
árboles hasta llegar al fuego. Vieron que la cúpula de la mansión Drayton
desaparecía bajo la gran y voraz ola, y luego el agua llegó al pueblo.
-¡No! -gritaron los chicos.
Las luces de las calles se apagaron. Se escucharon crujidos y gritos. El agua era negra y no parecía detenerse ante nada; engulló las casas como un gigante hambriento y siguió marchando. Pronto llegaría a la carretera.
En el horizonte, el cielo se abrió y cayeron rayos; una lluvia se desató como si alguien hubiera abierto una compuerta. El viento también despertó, e incrédulos, vieron que un gran tornado se formaba en las lejanías; era como una bestia viva que consumía todo a su paso. Las aves pasaron en bandadas huyendo; desde algún lugar se escuchó una sirena que luego se silenció a los pocos segundos.
-¡Malditos, llegaron tarde con su estúpido mensaje! -gritó Wendy y se arrojó sobre una de las mujeres-. ¡Debieron haber sido más claros, más directos y no hacernos ir de un lado a otro como unos turistas japoneses!
Intentó golpear a la mujer pero su puño traspasó el aire. La mujer morena la miraba comprensiva.
-Era necesario hacerles pasar todo esto -repitió-. Lo lamentamos. Lo lamentamos mucho. Pero no
había otra manera. Tenían que comprender. Tenían que abrir sus
consciencias…
Salvador lloraba. Dionisio lo abrazaba y lo contenía. Tenía los ojos
inundados en lágrimas, pensando en sus padres y sus seres queridos.
-Acá hay algo raro… -dijo Alicia.
-¿Qué?
-Dicen que no pueden viajar al pasado. Que solo pueden comunicarse a través de los espejos y los lugares legendarios. Sin embargo, ¿cómo es que los vemos ahora?
-Hay otra manera de comunicarse -dijo el hombre de la capucha, el que supuestamente era el Dionisio del futuro-. Y eso es a través de los sueños. Fue por eso que los hicimos venir hasta acá. Y hacerles excavar en la pared…
-No entiendo -frunció el ceño Alicia-. ¿Qué tiene que ver la pared del faro? ¡Ahí no había nada!
Los cuatro viajeros comenzaron a hacerse más transparentes, a desaparecer en el aire.
-Nuestro mensaje ya ha sido enviado. Ahora depende todo de ustedes.
-Pero, ¿qué se supone que debemos hacer? -exclamó Wendy-. ¿Qué…
Pero calló al ver que los visitantes habían desaparecido. Se dio vuelta para mirar a sus amigos, incrédula.
-¿Qué fue lo que acaba de pasar? ¿Qué vamos a hacer ahora?
Antes de que los otros pudieran contestar, escucharon golpes en la puerta cerrada, y luego los vidrios del faro se rompieron con una explosión que les golpeó en el pecho.
4
Despertaron no mucho después, tosiendo. Los cinco estaban recostados en el suelo del faro, y les dolía la cabeza enormemente. Un viento frío penetraba por los vidrios rotos. De repente, apareció un rostro familiar: era Viktor, que maldecía y los sacudía para que reaccionasen.
-¿Es que acaso quieren morir? ¿Qué m… les pasa, pendejos idiotas? -exclamaba.
-¿Qué… qué fue lo que pasó? -dijo Dionisio-. ¿Cómo sobreviviste al tsunami?
-¿Tsunami? ¿De qué estás hablando? -dijo Viktor-. ¡Sus padres los van a matar, los están buscando por todos lados! Menos mal que tuve ese sueño…
-¿Qué sueño?
Viktor sacudió la cabeza, confundido.
-No sé, estaba soñando que una mujer vieja me decía que tenía que ir al faro. Después me desperté, vi que medio pueblo los estaba buscando, y me acordé de ese sueño. Así que vine para acá… Subí por las escaleras y abrí la puerta de una patada. ¡Estaban los cinco desmayados, y había un olor a gas terrible! Fue por eso que rompí los vidrios, ¡para que entrase aire fresco y reaccionasen!
-¿Olor a gas? -dijo Vladimir incorporándose lentamente. La cabeza le latía como si fuese una enorme arteria tapada-. ¿De dónde?
-Supongo que de ahí -dijo Alicia señalando la pared que ellos mismos habían
destruido.
En efecto, al observar mejor el lugar, vieron que con la maza habían roto un
caño de gas, que seguía emanando el tóxico e invisible veneno.
-Vamos, salgamos de acá antes de que explote todo al carajo -dijo Viktor, levantando a los chicos uno por uno-. ¡Prepárense para los castigos de sus vidas!
-¿O sea que el pueblo está bien? -preguntó Salvador-. ¿Que no hubo ningún tsunami, ningún incendio, ninguna bola de fuego cayendo del cielo?
-No pasó nada de eso -aseguró Viktor-. ¡Solo estaban delirando, manga de
mamertos!
Aun sin poderlo creer, los chicos bajaron lentamente las escaleras. Las piernas les pesaban y
sentían que todo daba vuelta a su alrededor.
Abajo, los esperaban sus padres, que alertados por Viktor llegaban corriendo por la playa. Los abrazaron y les dieron alguna que otra reprimenda. Sobre todo a Salvador, que por ser el más chico fue el que más castigo recibió.
-Estaba todo planeado -murmuró Alicia a los demás, mientras caminaban hacia el pueblo ayudados por sus padres-. Quisieron que rompiésemos la pared para que escapase el gas, y quedáramos inconscientes.
-¿Pero para qué? -frunció el ceño Dionisio-. ¿Acaso querían que muriéramos?
-Nada de eso. ¿Recuerdan lo que dijeron? Que solo podían comunicarse con nosotros a través de los espejos, de los lugares mágicos… y de los sueños. Querían darnos el último mensaje. Desde el faro se ve todo y era el lugar para mostrarnos lo que finalmente nos mostraron.
-¿Eso quiere decir que todo fue un sueño? -dijo Vladimir-. ¿Que nada de lo que pasó va a pasar?
-No -dijeron al unísono los otros cuatro.
-Sí -aceptó Vladimir pensativo-. Opino lo mismo. Esto es solo el comienzo…
Al dÃa siguiente…
CHAT GRUPAL
VLADIMIR : Están todos bien?
ALICIA: A mà me duele la cabeza todavÃa pero sigo viva
WENDY: Lo mismo yo
DIONISIO : Mis viejos me castigaron por seis meses
DIONISIO : Por llevar a Salvador a un lugar peligroso
SALVADOR: Y a mà me dieron siete meses de castigo
VLADIMIR : Que opinan de lo que pasó ayer?
ALICIA: Que fue todo real
ALICIA: Hoy más que nunca creo eso
ALICIA: Todo lo que vimos pasará
ALICIA: o del tsunami, los tornados, el cielo verde, el fin del mundo
VLADIMIR : Entonces eso quiere decir una cosa…
DIONISIO : Qué?
VLADIMIR : Que voy a morir
VLADIMIR : Voy a morir en un terremoto
VLADIMIR : ¡Lo decÃa ese recorte de periódico!
ALICIA: No si podemos evitarlo
VLADIMIR : Pero cómo?
ALICIA: El futuro se puede cambiar. Podemos y debemos trabajar para cambiarlo
ALICIA: No solo por tu vida, Vlad, sino por la del resto del planeta
VLADIMIR : Solo somos unos chicos que viven en un pueblito!
VLADIMIR : Si les contamos a los demás no nos creerán
VLADIMIR : No tenemos pruebas!
WENDY: Pero tenemos nuestra fe
WENDY: Solo nosotros sabemos lo que vimos
DIONISIO : Y que propones que hagamos?
WENDY: Por empezar, contar nuestra experiencia al mundo
WENDY: A través de blogs, redes sociales, entrevistas en periódicos y radios
DIONISIO : Estás loca?
DIONISIO : Van a pensar que estamos locos!
WENDY: Al principio, la mayorÃa sÃ
WENDY: Pero habrá otros que nos escucharán
WENDY: Verán que decimos las cosas con convicción y honestidad, y eso siempre llega a la gente.
WENDY: Además, no es lo mismo que lo diga uno a que lo digan cinco. Creo que es imposible que cinco personas enloquezcan al mismo tiempo
ALICIA: Quizás al principio seamos pocos
ALICIA: Pero luego, si insistimos, se seguirán sumando
ALICIA: Más y más
ALICIA: Hasta lograr ser miles o incluso millones
VLADIMIR : Supongamos que logramos eso. Pero, y luego?
WENDY: Luego...
WENDY: Luego veremos
WENDY: Los grandes cambios empiezan con pasos pequeños
WENDY: Pero son pasos que debemos dar
DIONISIO : Me gusta tu forma de pensar
DIONISIO : Creo que es una locura, pero más loco serÃa si no hacemos nada
DIONISIO : No después de todo lo que vimos
VLADIMIR : Que esperamos entonces!?
VLADIMIR : Empecemos a trabajar!
WENDY: Ya mismo!
ALICIA: Siiiiii!
DIONISIO : Antes quiero decir una cosa
VLADIMIR : Qué?
DIONISIO : TendrÃa que decir esto por privado, pero lo tiro al grupo porque después de todo ustedes se convirtieron en mis grandes amigos
DIONISIO : Y quiero que lo sepan todo, incluso de mis desgracias
VLADIMIR : Uy por el amor de Dios dejá de hacerte el misterioso y decilo!
DIONISIO : Alicia…
ALICIA: Yo?
DIONISIO : SÃ
DIONISIO : Querés salir conmigo?
DIONISIO : Estoy castigado, pero podemos vernos por zoom esta noche
VLADIMIR : Epa! No me esperaba eso!
SALVADOR: Qué jugada bro!
SALVADOR: Arriesgada pero me gusta!
DIONISIO : Alicia?
DIONISIO : Estás ah�
WENDY: Amiga
WENDY: No te sientas presionada
WENDY: Si no querés decir nada, no lo digas
WENDY: Hablá cualquier cosa con él por privado
ALICIA: No
ALICIA: No hay presión
ALICIA: Solo tengo una respuesta
WENDY: Cuál?
ALICIA: Dionisio...
DIONISIO : Estoy acá
ALICIA: Cuál es tu número de usuario?
Continúa la historia
Esta fue la historia de cinco chicos, cinco amigos que vivieron hechos extraordinarios y nunca más se separaron. A partir de ahora, tendrán una tarea titánica por delante, intentando convencer a la sociedad de los peligros que se aproximan. No será nada fácil, pero cuentan con el entusiasmo, la inteligencia y sobre todo, la unidad de grupo para conseguirlo.
¿Crees que lograrán su cometido?
Lo sabremos algún dÃa...
¿TodavÃa no estas participando de esta competencia?
Completá el formulario con tus datos y envianos un mensaje para ponerte en contacto con nosotros. En AiUTECChallenge nos interesa tu opinión y hacemos todo a nuestro alcance para aclarar dudas y solucionar inconvenientes. Tus aportes son bienvenidos y nos ayuda a mejorar nuestro servicio.